Un musgo de 390 millones de años llamado Takakia vive en algunos de los lugares más remotos de la Tierra, como los acantilados helados de la meseta tibetana, podría sucumbir a consecuencia del cambio climático.
Un equipo de científicos escaló algunos de los picos más altos del mundo para encontrar Takakia, secuenciar su ADN por primera vez y estudiar cómo está afectando el cambio climático a este musgo. Sus resultados demuestran que es una de las especies de evolución más rápida jamás estudiadas, pero probablemente no lo suficiente como para sobrevivir al cambio climático, según publican sus investigadores en la revista ‘Cell’.
Se trata de un musgo diminuto y de crecimiento lento que sólo se encuentra en pequeñas manchas en la meseta tibetana, así como en Japón y Estados Unidos. Los investigadores emprendieron 18 expediciones para llegar al hogar del musgo, a 4.000 metros de altura en el Himalaya, recoger muestras y estudiar su hábitat. “Nos propusimos describir y analizar un fósil viviente”, explica el autor, Ralf Reski, biotecnólogo vegetal de la Universidad de Friburgo (Alemania).
“En el Himalaya se pueden experimentar cuatro estaciones en un solo día -añade el biólogo vegetal y codirector de la expedición Ruoyang Hu, miembro del equipo de la Capital Normal University de China-. Al pie de la montaña hace sol y está despejado. Cuando llegas a la mitad del camino, siempre llueve ligeramente: parece que caminas entre nubes. Y cuando llegas a la cima, nieva y hace mucho frío”.
“Sólo la mitad del camino es accesible en coche. Tuvimos que escalar el camino restante -explica Xuedong Li, codirector de la expedición y biólogo vegetal de la Capital Normal University-. También tuvimos que ser precavidos y estar atentos para mantenernos a salvo a esta altitud. Tres estudiantes sufrieron mal de altura en nuestra década de investigación. Gracias a nuestros guías tibetanos, los trasladamos a una altitud menor a tiempo para que recibieran atención médica”, añade.
Takakia tenía ya 100 millones de años cuando el Himalaya se elevó bajo él, alterando drásticamente su hábitat y obligándole a adaptarse rápidamente, cosa que hizo. “La idea era adentrarnos lo más posible en la historia de las primeras plantas terrestres para ver qué podían decirnos sobre la evolución -señala Reski-. Descubrimos que Takakia es actualmente el genoma con el mayor número de genes de evolución rápida. Es muy activo a nivel genético”, dice.
El equipo descubrió que el extenso genoma de Takakia evolucionó a lo largo de generaciones de selección para sobresalir en la fijación del ADN roto y la recuperación de los daños causados por los rayos UV, entre otras cosas.
“Las plantas de Takakia se cubren de nieve copiosa durante ocho meses al año, y luego se someten a radiación ultravioleta de alta intensidad durante el periodo de luz de 4 meses”, explica Yikun He, autor y colega biólogo de plantas de la Capital Normal University.
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En respuesta, las plantas adaptaron la capacidad de crecer en distintos lugares mediante un sistema de ramificación flexible. “Como resultado, esta ramificación continua forma una estructura de red y una estructura de población muy robusta, que puede resistir eficazmente la invasión de fuertes tormentas de nieve”, indica.
La secuenciación del genoma de Takakia también ayuda a poner fin a un largo debate sobre su clasificación. “La gente se preguntaba, ¿es realmente un musgo? ¿O es algo parecido a un alga o una hepática? Porque tiene una combinación de rasgos antiguos -asevera-, pero nuestro trabajo demuestra que es un musgo”.
Mientras que el genoma de Takakia ha cambiado drásticamente con el tiempo, su morfología apenas ha variado. “Lo normal sería pensar que, si tienes muchas mutaciones en el genoma, en algún momento la forma cambiaría. Esperamos que estos hallazgos inspiren todo un nuevo campo de estudio: la evolución con genomas cambiantes y morfología estática”, afirma Reski.
El equipo también estudió el entorno de Takakia utilizando datos meteorológicos por satélite, equipos que estudiaban el “microclima” de la planta y cámaras de lapso de tiempo que observaban los grandes cambios medioambientales que se producían en el ecosistema en general.
Descubrieron que el clima se calentaba constantemente y que los glaciares de la meseta se derretían con rapidez. También observaron que el musgo está experimentando una radiación UV más alta que nunca. Los estudios realizados por el equipo en el laboratorio demostraron que el nivel de radiación UV que experimenta ahora Takakia es suficiente para matar incluso a otras plantas adaptadas a entornos hostiles.
Además, los investigadores observaron que, a pesar del éxito pasado del musgo en su rápida adaptación, cada vez es más difícil encontrarlo, incluso para expertos como Li y Hu. De hecho, descubrieron que las poblaciones de Takakia en el Tíbet disminuyeron alrededor de un 1,6% cada año a lo largo de su estudio.
“Nuestra predicción muestra que las regiones con condiciones adecuadas para la Takakia se reducirán a sólo unos 1.000-1.500 kilómetros cuadrados en todo el mundo a finales del siglo XXI”, afirma Hu. Los autores coinciden en que es probable que el musgo no sobreviva otros 100 años.
Para ayudar a mejorar las posibilidades del musgo, los autores sugieren educar al público sobre especies menos conocidas como la Takakia. También proponen un esfuerzo internacional para combinar recursos de modo que los investigadores puedan seguir estudiando y tomando medidas para proteger el musgo, como cultivarlo en un laboratorio.