Riesgo democrático, ¿discurso electoral que le servirá a Biden? | El Nuevo Siglo
AFP
Lunes, 7 de Noviembre de 2022
Redacción internacional con AFP

CONSCIENTES desde semanas atrás de una constante pérdida de apoyo regional por factores que desde el fin de las ayudas sociales hasta el impacto de la inflación -la más alta en cuatro décadas- y el débil liderazgo del presidente Joe Biden, los demócratas comenzaron a esgrimir como lema de campaña que debían votar por ellos en las ‘midterms’ de este martes porque lo que estaba en juego era la democracia.

El propio mandatario demócrata ha reiterado así que tanto la que ha llamado “gran mentira” de su antecesor, el republicano Donald Trump, a saber, el desconocimiento de la victoria de Biden por presuntas irregularidades en algunos estados, como el trumpismo extremo con su “ideología de semifascismo” son de alto riesgo para la estabilidad de Estados Unidos e impulsores de violencia.

Ese discurso, aditado con la defensa del derecho al aborto que por décadas equivocadamente se creyó tenía protección constitucional por el caso Roe vs. Wade y que la Corte Suprema de Justicia el pasado junio dejó sin piso, enmarcaron la campaña de candidatos a Cámara de Representantes, Senado y gobernadores que hoy se definen en las urnas.

En los cálculos electorales del partido azul (demócrata) estaba que la promesa de restablecer, a nivel estatal, el derecho de las mujeres a interrumpir su embarazo, les daría una considerable ventaja. Sin embargo, la principal preocupación de los estadounidenses ha sido y sigue siendo “la economía estúpido”, el lema acuñado en 1992 por James Carville y que llevó al triunfo presidencial a Bill Clinton.

En la antesala electoral, la alerta temprana sobre el riesgo que un triunfo republicano representa para la democracia norteamericana ni la bandera a favor del aborto concitan el interés mayoritario de los millones de electores, que en medio de la crispación política y por su creciente descontento con la situación económica buscarían un cambio de rumbo, según coinciden en señalar todas las encuestas.

El promedio de las mismas que a diario informa el portal Realclearpolitics, proyecta que los republicanos sumarán a sus actuales (212) entre 10 y 25 escaños en la Cámara baja, más que suficiente para arrebatar la mayoría y en Senado tienen alta probabilidad de lograrla, ya que, de los 35 escaños en juego, sumarían las necesarias para tomar el control. Vale recordar que actualmente el centenar de bancas allí está 50-50 y el desempate es a favor del partido azul, con el voto de la vicepresidente Kamala Harris. El vaticinio de las encuestadoras es que los liderados por Trump tienen asegurados 48 curules y los de Biden, 44. Las restantes están en reñido duelo en una docena de estados, pero con tendencia a ser para los primeros.

En cuanto a las 36 gobernaciones que se renuevan en los 50 estados de la Unión, se da por descontado el triunfo conservador en al menos 24 de ellas. También se prevé que la “ola roja” se dé también hoy en la elección de cientos de funcionarios estatales.

Pero ante los insistentes y hasta angustiosos llamados del presidente Biden instando hasta último momento a la movilización electoral de los demócratas con frases como "Si ustedes van todos a votar, la democracia se salva, no es una broma", es imprescindible mirar que tan real es ese riesgo y si los votantes lo sopesan a la hora de escoger a sus representantes estatales, regionales y locales.



En una contienda electoral considerada tradicionalmente como un “voto castigo” para el gobernante de turno como son estas elecciones de medio término siempre el ‘arsenal’ de los que están en desventaja se enfila con inusitada fuerza verbal contra sus rivales. De allí que el actual mensaje de “si vota republicano será el fin de la democracia” se ha convertido en un mantra para los conservadores, fomentado por la izquierda, redefinida en estos dos últimos años como ‘progresista’ con Biden.

El analista Dov Fischer escribe en un artículo de Realclearpolitics recuerda que, bajo esa óptica, los demócratas han recordado que “Trump intentó destruir la democracia no solo el 6 de enero -asalto al Capitolio- sino el día en que nació, Rudi Giuliani es una amenaza para la democracia. Fox News es una amenaza para la democracia. Los columnistas conservadores del New York Times y del Washington Post son amenazas para la democracia. Ahora Elon Musk -quién ayer llamó a votar republicano-es una amenaza para la democracia. Todos deben ser cancelados y destruidos, para salvar la democracia”.

Ese es el discurso, pero no hay tal por varias razones, que comienzan porque en Estados Unidos hay elecciones libres, se facilita la participación con mecanismos como el voto anticipado -vía correo o presencial-, derecho que ya han ejercido 40 millones de estadounidenses y, con cero riesgos de violencia electoral, candidatos y líderes de partidos realizan campañas públicas por todo el país para exponer sus ideas y proyectos. Aquí vale destacar que el cambio en la legislación para el voto anticipado fue aprobado únicamente por los demócratas.

Así las cosas, se pretende y logra que la elección de los cientos de representantes refleje el sentimiento de la mayoría en un distrito electoral, distrito, parroquia o estado. Por ello, en línea con la expresado por Corte Suprema de Justicia en su fallo sobre el aborto, cuando dijo que su legislación correspondía precisamente a cada estado, el presidente Biden instó a todos los candidatos -sin importar el cargo al que se postulan- a pronunciarse sobre el tema e instando a los votantes a dar el apoyo a los que defendieran tal “derecho”.

También en medio de la polarización y en busca de revertir la tendencia desfavorable, los demócratas, tal cual ocurre con la izquierda en todas partes del mundo, encasillan a los conservadores de neofascistas y extremistas de derecha para presentarlos como “amenaza a la democracia”. Ello, termina quedándose sin piso básicamente porque la motivación del elector es prioritariamente la económica, porque de ello pende su futuro, el de su familia y finalmente el del país. Aquí, habrá algún sector de voto disciplinado de partido, pero el mayoritario -según se desprende de las encuestas- cambiará acorde con la circunstancia mencionada. Por ello, bastiones tradicionalmente azules se volverán rojos en esta ocasión, en un mensaje contundente de que “el país va por mal camino” no es percepción sino una realidad, tal cual lo revelan las mediciones de domingo y lunes: Para Rasmussen es de 65%, Economist 66% y NBC 72%. 



Dov Fischer también pone como ejemplo fehaciente de democracia la elección de magistrados a los tribunales y, señala que cuando un partido político pretende destruir un poder judicial independiente, esa si es una amenaza para esta forma de organización social y política. Sin embargo, destaca que en las décadas que hubo una Corte Suprema de izquierda, cuando “fabricaron leyes de la nada” como en el caso del aborto, los republicanos vivieron con sus decisiones, aunque a regañadientes.

Agrega el analista político que “luego, cuando surgió una Corte más conservadora bajo el presidente Trump, los demócratas respondieron no solo con pesimismo y desánimo, sino con las propuestas más antidemocráticas imaginables, esencialmente diciendo: apilemos la corte. Agreguemos tantos jueces adicionales de nuestra mentalidad como sea necesario. Si los conservadores ahora tienen una mayoría de 6-3 o 5-4, estemos seguros y agreguemos seis jueces más como Sonia Sotomayor y Ketanji Brown Jackson para garantizar que nuestros puntos de vista se consagren en la ley…Instalemos a nuestros agentes de cambio progresista en la Corte”.

Como se sabe, es el presidente quién nomina a los magistrados de los tribunales y el Congreso quien avala o rechaza. Con la escasa mayoría en Cámara y el desempate a su favor en Congreso, lograron llevar a Kentaji Brown al máximo tribunal de Justicia. Si el mapa político cambia tras estas elecciones de medio mandato, el escenario se complica para la agenda demócrata tanto de la Casa Blanca como en el Congreso.

El día después, es decir el miércoles, los azules con Biden a la cabeza estarán en un fuego amigo por los resultados y se verán forzados a replantear su estrategia para convencer a algunos moderados conservadores para sacar avante los ambiciosos y millonarios proyectos que la Casa Blanca tiene en salmuera. Pero el actual gobernante demócrata no es el primero ni el único que ha enfrentado esa situación. Baste recordar que los republicanos Ricard Nixon, Gerald Ford, Ronald Reagan, George Bush (padre e hijo) encararon los obstáculos de un mandato con las cámaras de mayoría opositora (demócrata). Recientemente, Donald Trump tuvo desde 2018, un Senado controlado por los opositores.

El líder de los republicanos en el Senado, Mitch McConnell, resumió en un tuit el actual panorama: “El presidente Biden está desesperado por cambiar el tema de la inflación, el crimen y las fronteras abiertas. Ahora afirma que la democracia solo funciona si gana su partido. Qué tontería. Los estadounidenses no se lo creen”.

Visto todo lo anterior se puede concluir que no hay evidencia de que la democracia estadounidense este amenazada, que por el contrario mostrará su fortaleza y que el día después de las urnas arrancará una tempranera campaña por la Casa Blanca. /Redacción internacional.