La mayoría de los colombianos seguimos convencidos de que Gustavo Petro durante su presidencia pondrá a Colombia literalmente "patas arriba". La Biblia nos ha enseñado que "por sus actos los conoceréis" y en la ya extensa biografía del antiguo guerrillero, los párrafos constructivos no abundan. Es apenas obvio que debemos tratar de impedir que nos trate de descarrilar nuestro futuro. Pueda ser que los partidos tradicionales, aparte de su evidente afán burocrático, saquen tiempo para neutralizar los empeños negativos.
Los expertos recomiendan al próximo mandatario que, por ejemplo, en lo relacionado con el TLC no trate de renegociar sino de revisar, para mejorar en algunos aspectos, en donde hay evidentes vacíos. Esos mismos expertos ponen el ejemplo mexicano que quiso renegociar integralmente y esto sólo ha traído reveses para sus intereses. Petro tiene todo el derecho de hacer un cambio, pero no con sobresaltos que terminen siendo mortales.
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Hablando de reformas una que necesitamos con verdadera urgencia es la educativa. La situación es realmente crítica y llevamos muchos años tratando de que se realice y tan solo hemos coleccionado frustraciones. Hace treinta años, Rodolfo Martínez Tono, fundador del SENA, propuso cambiar la educación tradicional por una educación para el empleo y la productividad.
Octavio Arismendi Posada, de grata recordación por sus grandes aportes como la fundación de la Universidad de la Sabana, apoyó con sincero entusiasmo a Martínez Tono. El alto gobierno de aquel entonces los dejó solos.
Una educación para el empleo, como lo recomendaba la Unión Internacional del Trabajo, UIT, era el único camino para salir del subdesarrollo más rápidamente. Recordamos como el SENA del Brasil -que había ayudado con entusiasmo el nacimiento del SENA-, se ofreció a crear misiones multinacionales para llevar a cabo la experiencia. Los burócratas colombianos de los ministerios de trabajo y educación de la época torpedearon esas buenas intenciones. No entendieron que educar sin garantizar un puesto de trabajo, era agrandar la frustración.
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En lo personal estamos convencidos que la gran oportunidad histórica de hacer una paz integral o "paz grande" la tiene Petro si logra acuerdos con el Eln. Él es el único que tiene la credibilidad para ganarse la confianza de ese grupo guerrillero. Y estamos convencidos que él lo sabe y de ahí su gran acierto de designar a Álvaro Leyva como su canciller, con el tácito pero claro mandato de articular esos acuerdos.
Conocemos a Leyva desde hace varios años y sabemos que todos sus empeños, muchas veces criticados e incomprendidos, han estado encaminados a lograr la pacificación nacional. Él es digno hijo de Jorge Leyva, un gran ministro de Laureano Gómez, que tuvo la visión de convertir el río Magdalena en el eje transversal de nuestro desarrollo. El CAN fue otra de sus valiosas iniciativas.
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Desde los tiempos de Bolívar y Santander se ha criticado la participación en política de los funcionarios oficiales. Pero todo esfuerzo por evitarlo ha sido en vano. Todas las investigaciones, cuando se hacen, siempre terminan en punto muerto por voluntad superior. Lo mismo acontece con la reglamentación de la publicidad política en vísperas electorales,
Adenda Uno. Ya por lo menos los bogotanos hemos sido notificados de que tendremos la segunda línea del metro el ¡2032! ¿Cuándo tendremos la primera?
Adenda Dos. El presidente electo Gustavo Petro ha consolidado sólidas mayorías en el Congreso. En ambas cámaras manda la parada. Ahora solo le toca trabajar y acertar.