ANDRÉS FELIPE RANGEL GÓMEZ | El Nuevo Siglo
Sábado, 17 de Marzo de 2012

¿Vale la pena?

Han pasado más de cuatro décadas desde que Richard Nixon decidiera declarar la lucha contra las drogas en medio de un ambiente turbulento, sicodélico y marcado por el auge en el consumo de marihuana y cocaína.
Desde entonces, tanto países consumidores como productores no han cesado en su intento de reducir el consumo, disminuir el tráfico y los cultivos. 40 años después algunos dicen que se ha fracasado, me queda la duda. Al contrario, se ha avanzado y aunque persiste el consumo y el tráfico, países como Colombia hoy día son viables, en gran parte, gracias a la fuerte lucha que se ha dado en contra de las drogas con el apoyo de Estados Unidos.
¿O es que ya olvidamos la Colombia de los 80 y 90 rendida a los pies de los narcotraficantes? Una sociedad permeada por este delito en todas las áreas. En la que los narcos hicieron parte hasta del Congreso y las bombas y la violencia alcanzaron niveles atroces. Épocas oscuras de un país que parecía estar perdiendo la guerra contra los amantes del dinero sucio.
Esa Colombia, hoy y gracias al amor e intervención divinos, manifestados en la fuerte lucha contra el narcotráfico, es tan solo un mal recuerdo, una pesadilla de una patria herida por la droga.
No podemos olvidar esto. Y antes de plantear de manera ligera nuevas soluciones y un cambio de enfoque después de 40 años de lucha, deberíamos estar pensando en cómo incrementar los resultados positivos que hemos obtenido.
¿Qué opciones habría diferentes a la lucha contra el narcotráfico? ¿La opción blanda de despenalizar el consumo de marihuana y cocaína? Esto tan solo haría el negocio más lucrativo para los narcotraficantes, quienes verían incrementada la demanda debido al aumento de consumidores.
¿La opción de legalizar la cocaína y la marihuana? Significaría que cualquiera mayor de 18 podría ir a una tienda a comprar un paquete de cigarrillos de marihuana o dosis de cocaína, eso sí con un significativo impuesto destinado a la prevención del consumo ¿Habrá algo más absurdo? Esto no sería el fin de la violencia, continuarían los carteles y quizás se enfoquen en la heroína, cuyo tráfico es más lucrativo. Adicionalmente, las sociedades tendrían que padecer las consecuencias de una multiplicación de adictos a la marihuana y cocaína, alentados por la publicidad que inundaría las calles con leyendas del tipo: “Fuma marihuana, el muisca viajero” o “Consume cocaína, “Speedy González”, o qué sé yo.
Estas opciones no justifican abandonar 40 años de lucha contra la droga, que en el caso de Colombia han dado como resultado una nación viable y en desarrollo en medio de las dificultades. La solución está relacionada con el incremento en el presupuesto para la prevención y educación en los colegios y en la sociedad en general. Es mejor gastar millones en cátedra para prevenir el consumo, que obtener millones en impuestos a la droga, destinados al tratamiento de miles de adictos en aumento.
Afrg8103@gmail.com