Campanazos
Visto desde cualquier ángulo, la situación por la que está pasando Bogotá tiene visos de caos. Sin embargo, es una realidad no atribuible en su totalidad a Gustavo Petro y a la manera como ha escogido priorizar los temas de ciudad. Es ciertamente un cúmulo de adversidades predecibles que venían de meses y años atrás y que han ido reventando poco a poco en la cara de quienes habitan la urbe. En ese orden de ideas, ha podido pasarle a Peñalosa, Parody, Luna o Galán.
Frente a la situación, Petro tendrá que replantear su manejo de prioridades, aunque los puntos fundamentales sobre los cuales dijo querer concertar acuerdos, siguen vigentes y están plasmados en su Plan de Desarrollo o Plan de Vida como lo ha llamado él y al cual ojalá sus críticos acérrimos se remitieran antes de emitir sus juicios. En este contexto es indispensable no perder de vista -y ojalá Petro tampoco lo haga- lo que significó su elección en términos de reintegración, de reconciliación y de los bogotanos darse la oportunidad de ver más allá de ideologías y posturas políticas para dar paso a los intereses generales. Petro lleva pues a cuestas una doble responsabilidad, lo cual no le hubiera sucedido a ninguno de sus contendores.
Lo que sí es evidente para quienes no vivimos en Bogotá es que la papa allá está caliente, mientras que en algunas otras ciudades como Cali ya pasamos por ahí y con Jorge Iván Ospina superamos el fraccionamiento ideológico y la reconciliación para estar actualmente construyendo sobre una gestión que fue positiva gracias a su visión de futuro.
Indudablemente con Ospina al comienzo todo fue difícil, empezando por una elección espuria a causa de su alianza desesperada con el exsenador Juan Carlos Martínez y el proceder político a lo que eso dio lugar. Fue timorato y desconfiado en su primer año de gobierno y pocos daban un centavo por su gestión. No obstante, Ospina se dio una pela política a la que pocos se hubieran aventurado al cobrar por valorización los recursos necesarios para las 21 megaobras que están transformando la ciudad en la medida en que son inauguradas y que además cambiaron la manera en que gran parte de los habitantes percibe a Cali. Hay fe en la ciudad y en sus posibilidades. Hoy Rodrigo Guerrero construye sobre eso con una visión mucho más ejecutiva.
No pierdan de vista qué fue lo fundamental cuando eligieron a Gustavo Petro y acompáñenlo, porque es evidente que no hay manera distinta de salir adelante.
@CarlinaToledoP