Carlos Alberto Estefan Upegui | El Nuevo Siglo
Martes, 2 de Febrero de 2016

ECONOMÍA Y POLÍTICA

Institucionalidad gremial

“Instituciones, soporte de la estructura de la Nación”

 

No puede ser que los  rencores, los  odios personales o las desavenencias políticas, ni mucho menos la actitud genuflexa y supeditada al trueque de simpatías, muchas veces hipócritas, o  de prerrogativas efímeras para cautivar opinión y  provocar la división y el resquebrajamiento de la institucionalidad gremial, lleguen a convertirse en el patrón dominante hoy día en Colombia.

 

Precisamente, cuando más se requiere de la participación ciudadana sin exclusiones en el nuevo direccionamiento del país. Del dialogo y las opiniones en medio de la más cordial compostura y armonía.

 

Se trata esta, entonces, de una voz de alerta para fortalecer la unidad gremial y una invitación al Gobierno a la reflexión, para que reconozca el disenso como un derecho de estos, sobre todo dentro del marco constitucional y legal.

 

La independencia de pensamiento y la autonomía para organizarse y actuar, son principios básicos del ejercicio gremial, a nivel universal, en la lucha por el beneficio de sus representados.

 

La vocería objetiva, sin favorecimientos ni premeditaciones perversas, constituyen la materia prima para construir y ejercer un liderazgo representativo y  confiable.

 

En consecuencia, las autoridades gubernamentales están llamadas a preservar y hacer respetar la asociatividad, como una forma de aunar esfuerzos y tener acceso a un método de interlocución válida.

 

Es función suya escuchar y atender, sin discriminación alguna, sus preocupaciones y  exigencias, y ofrecerles solución y alivio mediante acuerdos entre las partes.

 

En tiempos difíciles como los actuales y particularmente a raíz de lo que nos depara el posconflicto y la vinculación de sus actores en la dinámica cotidiana por venir,  los gremios deben estar consolidados y en condiciones de participar y defender sus propósitos del brazo de los organismos oficiales y mediante programas que les garanticen su integridad  y permanencia.

 

Es por ese motivo que desde ahora hay que tener en cuenta a los voceros gremiales y asegurar para ellos el apoyo y la solidaridad de sus representados.

 

De manera contraria, seria ceder el espacio conquistado durante muchos años.

Los pesos y contrapesos de la democracia y más concretamente las determinaciones que pudiesen llegar afectar a la comunidad, demandan de espacios y metodologías de conciliación entre el Gobierno y el sector privado a través de los gremios, en procura del bien común y de su sana contribución al desarrollo del país.

 

Así las cosas, mientras haya  personas interesadas en pescar en río revuelto y en auspiciar discordias incitando a que se tomen medidas, no siempre las más apropiadas, no puede permitirse que induzcan al desconcierto  e impere la complicidad y el oportunismo, porque si eso llegare a suceder, la historia nos habrá de pasar su cuenta de cobro por haber dejado incurrir en ese gravísimo error estratégico y táctico.

 

Desde la Edad Media, los gremios han tenido esencialmente un carácter económico y social para velar por la prosperidad y seguridad de los miembros que los integran. En ese orden de ideas, es la institucionalidad la que hay que mantener y fortalecer. Las personas van y vienen, las instituciones son el soporte de la estructura de la Nación.