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El Observatorio Fiscal de la Universidad Javeriana divulgó un informe en el que da cuenta que la ejecución presupuestal en el 2024 fue la peor en 25 años.
Se habían previsto para el año que pasó $ 99,9 billones de inversión de los cuales apenas hubo una ejecución real de $ 51,6 billones. Prácticamente la mitad se quedó sin ejecutar.
Es bueno detenerse en las causas de este fenómeno que ha conducido a que la inversión pública sea la más baja desde cuando se llevan cuentas nacionales. No hay una sola razón, hay varias.
La primera de ellas -y quizás la principal- es la consecuencia de la pavorosa iliquidez por la que pasan las cuentas fiscales. La caja del Estado está muy relacionada con la ejecución presupuestal. No hay tal que los ministros sean unos ineptos como se les increpó por Petro en el consejo de ministros de marras. Si la liquidez del Estado se seca se torna imposible la ejecución oportuna de la inversión prevista. A quien debieron poner entonces en el banquillo de los acusados debió ser a los responsables de la tesorería. O aún al propio presidente de la Republica al que el artículo 189-20 de la Constitución le asigna la responsabilidad de: “velar por la estricta recaudación y administración de las rentas y caudales públicos y decretar su inversión de acuerdo con las leyes”.
¿Porqué? La razón es relativamente simple: cuando el funcionamiento presupuestal se ve aquejado de iliquidez, el ministerio de Hacienda no le da PAC (programa anual de caja) a nadie; y cuando no hay PAC no se puede rematar el proceso presupuestal de ningún gasto. Puede haber todos los certificados de disponibilidad presupuestal que se quiera; todas las apropiaciones autorizadas; todos los estudios técnicos deseados, pero si no hay PAC no hay desembolso. Los recursos quedan atrapados en reservas presupuestales para el año subsiguiente. Y mientras tanto los recursos permanecen parqueados en fiducias o figuras semejantes. El PAC es el último escalón que debe superar cualquier de cualquier gasto. Si no hay PAC no hay gasto. Que es precisamente lo que ha venido aconteciendo.
¿Por qué hemos llegado a tan calamitoso estado de iliquidez? Existen varias explicaciones. Quizás la principal es que los ingresos se sobreestimaron, pero el gobierno siguió gastando como si nada. Si a una familia le rebajan el sueldo al jefe del hogar, digamos, en un 20%, pero sigue gastando como si nada, la iliquidez familiar llega más pronto que tarde.
El Gobierno se ha convertido en estos últimos meses en el deudor moroso por falta de liquidez más agresivo que tiene el país en este momento. A nadie le está pagando. Compromete el gasto, pero el paso final, que es el PAC, no llega. No le paga a las universidades públicas, a los contratistas de obras públicas, a los acreedores de subsidios pertenecientes a los estratos 1,2 y 3 en energía o en gas natural de pipeta, a la salud, ni a quienes deben responder por los programas de alimentación escolar. La sequía de liquidez es pavorosa.
Nunca se había visto en la historia fiscal del país una situación tan terrible. Por eso la ejecución presupuestal está postrada. Pero por eso también se están activando infinidad de bombas de tiempo que estallarán en demandas que los acreedores interpondrán contra el estado por su incumplimiento generalizado.
Esta bajísima ejecución de la inversión -como lo denuncia la Universidad Javeriana- le está sirviendo al Gobierno para decir que está cumpliendo con la regla fiscal para la cual solo se contabilizan los gastos efectivamente desembolsados. Como poco se está desembolsando por falta generalizada de PAC, la regla fiscal se está cumpliendo artificial y artificiosamente.
En realidad, lo que se está gestando es un “coma fiscal inducido” como el que les aplican a ciertos enfermos en situación desesperada. La falta de PAC le hace perder conciencia presupuestal a los pacientes. ¿Despertarán lúcidos? ¿O los daños serán irreparables?