ERNESTO RODRÍGUEZ MEDINA | El Nuevo Siglo
Viernes, 23 de Marzo de 2012

OPINIÓN ORBITAL

Colombia y la Dama de Hierro

La  presentación cinematográfica de La Dama de Hierro nos obliga a recordar la egregia figura del canciller Carlos Lemos Simmonds, quien para la época desempeñó un papel estelar salvaguardando el Derecho Internacional y nuestros más caros principios de política exterior. Hablamos del lamentado y lamentable episodio de Las Malvinas, también estelar en esa vida extraordinaria de la baronesa Margaret Thatcher en su misión de elevar el orgullo británico, tan vapuleado hasta entonces por los gobiernos laboristas.

Como lo recuerda el filme se ocasionó un enfrentamiento luctuoso, causado por la aventura de una “banda de matones” -como calificó La Dama a la Junta Militar argentina- que produjo la pérdida de centenares de vidas en ambas naciones. Vale pues rememorar los antecedentes que obligaron a Colombia a distinguir entre la fraternidad que nos une al pueblo argentino, con la oposición asumida por la dictadura gaucha, que sólo buscaba exacerbar un nacionalismo hirsuto que les devolviera el apoyo popular.

No ha existido jamás en la historia de la Cancillería de San Carlos duda alguna sobre la legitimidad de las pretensiones argentinas y sobre los derechos inalienables que le asisten para reclamar unas islas que históricamente forman parte de su territorio austral. Pero la desatinada invasión, por la fuerza, despertó al león dormido y la Dama envió una poderosa fuerza de tareas para recuperar lo que consideraba parte de su territorio de ultramar.

Colombia entonces, de inmediato, advirtió que la Junta argentina estaba olvidando que en el Derecho Internacional los actos de fuerza no crean legitimidad alguna y en solitario, pero brillantemente, defendió como sagrados los principios de la no intervención y el no uso de la fuerza y adujo que por ello, en este caso, no aplicaba el TIAR, la alianza latinoamericana sobre amenazas foráneas. Por ello nuestro país fue tildado como “el Caín de América”. Pero la corajuda, brillante y sesuda argumentación de Lemos en la OEA y en la ONU -de esta última fuimos privilegiados testigos protagónicos- demostró cuanta razón nos asistía y le permitió a nuestra diplomacia trazarle el camino a la comunidad internacional para sacarla del atolladero en donde la habían colocado los argentinos.

La cinta exalta pues, en toda su espléndida dimensión, la grandeza y determinación de la Thatcher, “la hija de un tendero”. Una extraordinaria estadista sin vacilaciones y sin concesiones. Un perfil extraordinario de lo que debe ser un gran gobernante. Una líder conservadora que, con el presidente Reagan y el Papa Juan Pablo II, acabó con la Guerra Fría y es considerada uno de los mejores Primeros Ministros en la historia de la Gran Bretaña.

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