¿Existe la verdad absoluta? Esta es una discusión que aunque ha estado siempre en la mente del hombre, hoy, luego de los hechos políticos que sacudieron al mundo en el 2016: la elección de Trump, el triunfo del Brexit en el Reino Unido, y en Colombia el triunfo del No en el plebiscito, la Verdad se ha convertido en uno de los temas de mayor vigencia, hasta el punto de que muchos consideran que ha comenzado “la era de la posverdad”; la era de verdades que para muchos son amañadas y para otros ciertas.
Realmente ¿Qué constituye la verdad, cuál es el criterio que la define: es objetiva o sugestiva, relativa o absoluta, la define el lenguaje utilizado o la percepción de los hechos? Se podría llenar libros con conceptos que la han definido a través de los siglos.
Vale decir que las más importantes culturas de la humanidad, sus líderes y sus gentes, pensadores y filósofos, han sostenido diferentes definiciones de la verdad. Por ejemplo, para muchas religiones la única verdad absoluta es Dios y su palabra.
Así, quien quiera investigar este tema, deberá tener años para hacerlo y casi con seguridad no llegará a tener una certeza absoluta sobre su definición.
Pero, volvamos al tiempo presente. Hoy, quizá la interpretación más aceptada es la de los cartesianos: “El criterio de la verdad es la evidencia y su contenido es la sabiduría como ciencia”.
Esto nos plantea un problema; ¿Quién define la evidencia y su contenido? ¿Los medios, las redes sociales, la percepción de los hechos, el instinto?
Con seguridad, la evidencia que maneja Trump y sus seguidores, igual que la de los triunfadores del Brexit y los del No, es completamente diferente a la que manejan y aceptan sus opositores. ¿Esto la hace menos cierta? No, en absoluto.
Los políticos, en especial, acomodan la verdad a sus conveniencias. El 12 de febrero, en una entrevista a Juan Manuel Santos, sobre el escándalo que sacude a Colombia por la posible entrada de dineros de Odebrecht a su segunda campaña presidencial, este afirmó que la compañía mencionada no había obtenido muchos contratos en Colombia; pero omitió decir que los contratos obtenidos, el dragado del río Magdalena y la construcción de la Autopista del Sol, son dos de los mayores otorgados en el país. ¿Mintió Santos? quizá lo hizo por omisión intencional de información. En otras palabras, manipuló la verdad. Algo constante en él y en la mayoría de políticos de Colombia y del mundo.
Hablemos de los medios, quienes continuamente actúan como poseedores de la verdad. Sin embargo, cada periodista identifica su verdad de acuerdo a su personalidad e inclinación política. Hoy la imparcialidad escasea.
Lo mismo sucede con los académicos que pretenden reescribir la historia. Su versión, como ocurre con el documento sobre “Memoria y Verdad”, presentado en Colombia recientemente, está teñido por su inclinación izquierdista, la cual pretenden imponer a través de su documento.
No creo en la verdad universal. Realmente, la verdad es profundamente individual y circunstancial. Uno se informa lo mejor que puede y escoge su verdad de acuerdo a la percepción que tiene de los hechos.
San Juan dijo: “la verdad os hará libres”; pero, ¿Cómo hallarla en este barullo de mentiras que nos bombardea a diario? Les deseo suerte, ojala no se pierdan tratando de encontrarla.