Gasolina y peajes
El costo de vida depende, indiscutiblemente, del precio de la gasolina y de los peajes, pues su incidencia en la economía en general y especialmente en la canasta familiar es mayúscula; no hay artículo que no se encarezca a consecuencia del valor de ese combustible y este “impuesto” a la movilidad de personas y de productos. Los fletes y los pasajes aumentan en la medida en que suben, al tiempo que la movilidad se hace incosteable.
Los ministros de Hacienda y de Minas y Energía anuncian una rebaja en los combustibles, sin embargo, pareciera que no prometen un acto de justicia sino que anunciaran una gracia, no obstante que son muchos los autorizados críticos que aseguran que Colombia es uno de los países con el mayor costo en el galón de gasolina. A tal grado llega la situación que ya se organizan protestas masivas para exigir una rebaja. Reducir el costo del combustible se estima que serviría para reactivar la economía, si se sigue el refrán popular según el cual “de grano en grano llena la gallina el buche”.
La protesta pública pausada y con resignación dio lugar a la burla que al respecto hizo el exministro Rodado a cuya causa se deterioró tanto su imagen que se vio precisado a renunciar. Ahora, parece, el palo no está para cucharas, ya hay movimientos en la red planeando un paro nacional para presionar la reforma anunciada por el Gobierno. Conjugar dos de los gravámenes al transporte sería una buena salida.
Las mismas razones denuncia el valor de los peajes. Al tiempo de que son elevados, en muchos casos arbitrarios e injustificados. Analistas del tema afirman que los peajes colombianos son los más costosos del mundo, no obstante que sus carreteras son en extremo peligrosas, deterioradas y sin mantenimiento, amén de que cobran el peaje en algunas vías que apenas empiezan a construirse y se financian con el dinero del público. La regla general de distancias entre un peaje y otro, 80 kilómetros, calculadas en otras latitudes por costo beneficio, en Colombia no se aplica y, por el contrario, algunos usuarios tienen que asumir ese cobro por transitar cortos trayectos para lograr arribar a carreteables de penetración, verdaderos caminos de herradura. Entre Bogotá y Girardot, por la vía de Mondoñedo, 120 kilómetros, se cancelan 4 peajes por valor de $ 28.000 y la vía presenta notables deterioros y tramos de incuestionable peligro. Pero como se trata de alimentar un negocio y no de favorecer a los usuarios ninguna autoridad se ocupa en reglamentarlo con justicia.
Es mejor prevenir que tener que lamentar. El Gobierno ha metido el dedo en la llaga y con sus anuncios, de una u otra forma, le da la razón al respetable. Por qué no aprovechar el momento en que todos esperan mensajes de paz y aliviarles la carga a los consumidores.