Francisco, el reformador | El Nuevo Siglo
Domingo, 21 de Marzo de 2021

Han sido ocho intensos años de un pontificado dedicado a la modernización de la Iglesia, a un empeño por acercarla a sus fieles, por  ayudar a los pobres, por  impulsar el diálogo ecuménico, por empoderar a las mujeres y  por acercar al evangelio a los excluidos.

Han sido ocho años en los que el argentino Jorge Bergolio, un jesuita "venido del fin del mundo", sorprendió  a todos con su elección dejando muy en claro, desde el principio, que las cosas tenían que cambiar. Con una clara formación ignaciana y una inmensa preparación filosófica y teológica, pero con gran humildad y sencillez en el trato, llamando las cosas por su nombre, Bergolio sacudió hasta sus cimientos a la curia romana.

Tres han sido sus grandes encíclicas  hasta la hora presente. "La luz de la fe", un llamado fervoroso a la fe y a la esperanza. "Alabado seas", una invocación a la labor social de la Iglesia y "Todos somos hermanos", en donde finiquita el llamado "dogma liberal" y reclama la fraternidad humana con hechos concretos y no vanas promesas. "Debemos ser hermanos de verdad y no de ficción por  guardar las apariencias", enfatiza. Ha pedido a todos los católicos comprometer sus voluntades en la terminación de la guerra y las confrontaciones. 

Señala que el verdadero camino hacia la paz es lograr las "Tres T", tierra, techo y trabajo para todos. Su profundo amor por la naturaleza lo pone en evidencia cuando nos entrega sus reflexiones en "Mi querida Amazonía". La parte verdaderamente  crítica la reserva para defenestrar a los  sacerdotes pederastas que produjeron el mayor escándalo en la historia de la catolicidad..

Los califica de "la lepra que carcome nuestra casa" y hace modificaciones estructurales para que se faciliten las denuncias y las condenas. Así, pues, el jesuita "vestido de blanco" ha venido ejerciendo un apostolado  histórico que dejará honda huella y como si fuera poco ha comenzado una cruzada para acercar a todas las Iglesias del mundo, sea cual sea su credo. Su primer gran paso lo encaminó a Irak, en donde se reunió durante tres días con el ayatola Sistani, el máximo jerarca musulmán.

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La corrupción de los jueces es el mal más endémico y epidémico que más daño hace a  nuestra sociedad. Un juez torcido es el origen de la postración más infamante. Se están haciendo grandes esfuerzos por cambiar las cosas, pero la mala formación profesional de muchos de ellos y la amoralidad rampante que rodea a la dama de los ojos vendados, está haciendo su agosto en todos los sectores y a todos los niveles.

No son, desde luego, la mayoría pero los que ejercen sus malas prácticas han creado un profundo malestar sectorial. La justicia dejó de ser política y por lo tanto sectaria, pero ha buscado los caminos del enriquecimiento fácil y en nada ayuda la proliferación de universidades de "garaje" que están formando mal a los nuevos "profesionales" del derecho. Quizás con los empeños por digitalizar todos los procesos estemos viendo luz al final del túnel. Pero no olvidemos que la criminalidad cibernética está  también en pleno auge y estará  al acecho.

Afortunadamente el Banco Interamericano de Desarrollo, BID, está  planificando toda una programación para que Latinoamérica emprenda la reforma integral de su aparato judicial.

Sin esta reforma continuará el árbol torcido y seguirá imperando la más rampante impunidad.

Infortunadamente nuestro "partidos políticos" no están su mejor momento y nuestros congresistas tampoco lo están, Algo habrá que hacer y pronto para salir del atolladero.

 

Adenda

Esta maldita pandemia y este encierro enloquecedor están acabando con los nervios de todos. Y como si fuera poco, la televisión nos regresó veinte años a los culebrones de la época. Lo  único bueno es que acabó con el acelere de este mundo patas arriba.