Revisar la Justicia
Como un prohombre, como un gallardo ciudadano, como un valiente, regresó al país el exembajador en Perú, Jorge Visbal Martelo, tras renunciar a ese cargo por supuestos contactos con paramilitares.
Visbal ha sido un dirigente gremial que lideró a los ganaderos del país cuando esa actividad estaba cuesta abajo por falta de estímulos, mercados claros y seguros, y en medio de una violencia que diezmaba nuestros campos. Fue el vocero de estos hombres que se baten en las praderas para mejorar las razas, la productividad y enfrentar las adversidades propias de un país en donde impera, aunque se trate de tapar el Sol con las manos, un conflicto armado. En esa confrontación, más de 44 millones de habitantes tenemos que soportar a las Farc, al Eln, al narcotráfico, a los paramilitares, a las ‘bacrim’ y a la delincuencia común. Esa colisión nos cuesta las millonadas que impiden mejorar la vida de nuestras gentes, disminuir la pobreza, la indigencia y dar el verdadero salto hacia el desarrollo.
El dirigente ganadero, como muchos sectores saben, ha sido un luchador por esa paz que requiere Colombia para darle el mejor estar que nuestra sociedad reclama. Infortunadamente ha caído en desgracia y tiene ahora que enfrentar a la Justicia. Su gallardía lo obligó a renunciar a la embajada y a regresar al país, a pesar de una insuficiencia cardiaca que padece, para “poner la cara”, como él mismo lo dice. Nunca pensó que iba a ser objeto del show que se monta para capturar a una persona, inocente o no. Esa herencia que nos dejó el 8.000, cuando la justicia espectáculo reinaba, continúa.
Visbal fue el “trompo de poner” en esta ocasión. En lugar de tener un tratamiento especial por su atención a la Justicia, por no tener que perseguirlo con “circulares rojas”, recibió el castigo que se debe reservar para quienes irrespetan la Justicia y huyen del país por orden de cierto dirigente. Colocarlo en un calabozo, aunque este sea aparentemente cómodo, no se justifica para una persona que atiende la legalidad. Esta actuación judicial debe revisarse, porque es típica de un Estado imperfecto y equivocado.
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