En el siglo XIX una Asamblea federada pasó a la historia de la picaresca política nacional por haber sometido a votación la existencia de Dios. Gracias a la Divina Providencia, Dios ganó...¡por un voto! Algo sigilar podría ocurrirle al famoso plebiscito por la paz que acaba de avalar la Corte Constitucional, al que muchos consideran innecesario y sólo vinculante y obligatorio para el Presidente de la República. Hay críticos, incluso, que llegan a comparar esta situación con la vivida por el primer ministro británico, David Cameron, al convocar a un referendo inocuo, que terminó dándole el triunfo de quienes querían la salida inglesa de la Unión Europea. Con el agravante que aquí nadie sabe cuáles son los textos y los reales alcances de los acuerdos pactados con las Farc.
El presidente Santos, que se ha jugado el pellejo político en esa firma, nos dice que nuestro voto será el más importante de la vida democrática. Pero la verdad verdadera es que nadie sabe cuál es el tamaño de los sapos que tendremos que tragarnos. Otra preocupación y no la menor es que tal decisión correrá por cuenta de los ciudadanos urbanos y no de los rurales. La pedagogía oficial se ha limitado a unas cuñas de dibujos animados muy simplistas, que no han podido contrarrestar la atonía general sobre el asunto. Poco o nada está haciendo por el SI las colectividades políticas, así el Polo y la izquierda prometan diez millones de votos contra la guerra. Como si fuera poco, la viral oposición uribista cada día crece en intensidad y virulencia.
El camino a seguir por lo que estamos a favor de la propuesta debe ser el de convertirnos en caja de resonancia de las bondades y ventajas de ese plebiscito por la paz. Desde luego la campaña tendrá solo treinta días para proyectarse y convencer a los escépticos. Se debe comprometer la base misma del electorado y entre más nutrida sea la participación habrá más garantía para quienes estemos empeñados en construir esa tan esquiva paz. El posconflicto deberá ser, igualmente, una tarea y un compromiso de todos los colombianos. Construir y solidificar esa paz no será tarea fácil porque muchos son los enemigos y no pequeñas las dificultades. La seguridad del país y la propia seguridad de los desmovilizados deberán involucrar todas las voluntades, para evitar situaciones que hagan regresar a una violencia que nadie quiere y que a nadie beneficia. En esa misión la tarea de las Fuerzas Armadas será determinante para que quienes no se adhieran a los acuerdos sean sometidos por la contundencia y fortaleza de las fuerzas del orden.
Adenda Uno
No deja de causar malestar la parcialidad descarada de CNN en español, que manipula a su antojo el proceso presidencial estadounidense: los colombianos Juan Carlos López y Ángela Janiot no disimulan su antipatía por el candidato Donald Trump, brindando un triste espectáculo de parcialidad informativa.
Adenda Dos
Poco favorece a la gestión del alcalde Enrique Peñalosa la forma tan irresponsable como la policía metropolitana deja que sitios públicos emblemáticos de la capital, como la rotonda de la Cien, sean tomados por asalto por los llamados "habitantes de la calle".