Como van las cosas en Francia, se podría hablar de que el gobierno de Emmanuel Macron está pareciéndose cada día más a aquellos tiempos cuando gobernaba el "gaullismo", pero claro ahora sin el general De Gaulle. La figura presidencial se proyecta en todo el horizonte político. Y todos los protocolos de Estado son no sólo similares, sino que parecen calcados, tanto en Versalles como en las Tullerías. Y los franceses felices ya que gustan de este tipo de parafernalia.

En todos los actos y programas está omnipresente "la grandeza de Francia". Macron ha logrado presidir un gobierno eficiente y especialmente brillante y su sombra se ha venido extendiendo por toda Europa. La derecha gala está, pues, reverdeciendo sus laureles y todo apunta a una reelección sin mayores contratiempos. Y al igual que el general, Macron está fortaleciendo su partido y sus cuadros directivos, para seguir influenciando la vida francesa por las próximas décadas.

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El presidente de Rusia, Vladimir Vladimirovich Putin, está convirtiéndose en un desalmado criminal de guerra y los episodios de su invasión a Ucrania no hacen más que ratificar ante la historia toda la dimensión de su diabólica figura. Es de la misma calaña que Stalin o Hitler. Y así será por siempre recordado. Está convencido de que Estados Unidos y los países occidentales no se arriesgan a provocar una tercera guerra mundial y, en consecuencia, no escalarán su respuesta militar en el conflicto.

Jugando con esta realidad Putin sigue desafiando al mundo y pretende consolidar su arremetida contra la OTAN. Cuatro millones de refugiados, especialmente mujeres y niños, han llegado a los países vecinos en busca de refugio. Polonia es la más afectada, pero también hay otros cinco países limítrofes. Desde la Segunda Guerra no se veía nada igual. Y lo más grave es que nadie sabe cómo terminará esta aventura. Ucrania ha sufrido daños de tal magnitud que ha perdido cincuenta años de su proceso de modernización.

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Para quienes somos alvaristas de corazón no ha sido fácil hacernos una idea del descalabro

electoral que sufrió el Movimiento de Salvación Nacional, creado por Álvaro Gómez Hurtado para rescatar lo mejor del antiguo conservatismo. "Colombia necesitaba remozar la política y las prácticas políticas y por eso nació Salvación", nos explicaba una vez en Nueva York "el jefe" recordando su gestación. Había que salvar al país y a sus instituciones y éste fue su legado.

Álvaro dedicó su vida entera al ejercicio de la buena política y al final de su brillante periplo se dio cabal cuenta que si quería salvar a Colombia de los corruptos y los politiqueros tenía que emprender esta cruzada. En ella estaba cuando las manos asesinas cegaron su vida. cuánta falta hacen sus luces en estos aciagos días. Su excelsa figura se agiganta en el recuerdo.

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Las mujeres están dando la cara por nuestro fútbol.  Lo están haciendo mucho mejor que los hombres. Están ya en el Mundial y los nuestros todavía luchan por clasificar en el "repechaje". Las "poderosas" como justificadamente las llaman han demostrado garra, disciplina y mucha técnica. Está demostrado que donde nuestras féminas se meten sacan muy en alto sus cabezas. Igual está ocurriendo en la política.

Adenda Uno

Una reforma tributaria es absolutamente necesaria. Hay que reorganizar el recaudo y el régimen fiscal. Lo que hay es obsoleto y perjudicial.

Adenda Dos

Germán Vargas Lleras tuvo que aplazar sus ganas. Cambio Radical casi desaparece del mapa y esto le pasó cuenta de cobro a su jefe natural. En cuatro años otro será el panorama.