El flautista de Hamelin
Cuenta la fábula de este magistral flautista que logró limpiar la ciudad de Hamelin de toda clase de ratas atraídas por una singular melodía que interpretaba este hombre comprometido en sanear la vida de la comunidad. La gente asombrada veía cómo se llevaba las ratas que se ahogaban todas en el caudaloso río que circundaba la ciudad.
Evoca esta primera parte de la narración en buena parte la situación de la América Latina sometida al padecimiento de una corrupción omnipresente. No pasa día sin que aparezcan hechos de corrupción por acción o por omisión. De improviso quienes antes todo lo sabían ahora todo lo ignoran y más aún se atreven a decir que fueron engañados en su “buena fe” que de buena nada tiene.
Lamentablemente contamos con una clase política de baja calidad. Uno que otro permiten creer que aún hay esperanza, que no todo está perdido pero es precisamente contra esas personas que se enfocan las baterías de quienes no quieren cambiar ni en un ápice.
Es cierto que habría que cambiarlos, pero una de las estrategias empleadas ha sido la de presentar la vida política como algo que “hiede“ y entonces la gente decente escapa y prefiere ausentarse de las decisiones para no correr riesgos de contaminación.
Hay quienes piensan que esos oficios como son los de senadores, representantes, diputados y concejales debieran ser ejercidos “ad honores” y sin posibilidad de reelección por “amor a la patria” como despectivamente se dice. Habría que buscar el mecanismo pero estamos seguros de que la corrupción disminuiría y llegaría mejor gente con verdadera decisión de merecer el nombre de “padres de la patria”.
A partir de la Corte Suprema y de su trabajo, de la Procuraduría y de su enérgica acción, de la Contraloría y de algunos momentos estelares de la Fiscalía hay razones para pensar que el país puede mejorar. Existe la ventaja de contar con un Presidente que anhela la transparencia y la facilita así no suceda lo mismo con algunos de sus funcionarios que todos saben arrastran cuentas viejas con la justicia y que sueñan con la prescripción.
Es entonces cuando se sueña con la primera parte de la fábula del “Flautista de Hamelin” y surge la curiosidad por pensar qué música seguirían (a lo mejor la del principio de oportunidad) pero mayormente la curiosidad se da en detectar y apoyar al “Flautista” que debe llevar las ratas a la desaparición.
Hasta el momento la tarea la cumple con lujo de resultados el Procurador que ojalá siga en su cargo porque ha demostrado en poco tiempo que sí se pudo eliminar a una serie de farsantes ocultos tras la máscara del Bien Común que se servían de la comunidad y no la servían a ella.
El “flautista de Hamelin” urge en el mapa político colombiano. Ojalá prosperen las personas honradas que presten orgullosas ese servicio a la Nación.
guilloescobar@yahoo.com