Las tribulaciones de la Fiscalía
El presidente Santos envió ayer a la Honorable Corte Suprema la terna de candidatos para ejercer el cargo de Fiscal General de la Nación. Es muy posible que a la publicación de esta columna ya se haya hecho la respectiva designación. Las tres personas tienen méritos académicos, experiencia profesional, magníficos antecedentes personales y familiares, una gran aceptación social y gozan del mayor respeto público.
No pasó a mayores, por fortuna, la crisis que se presentó en la Fiscalía a raíz de la decisión del Honorable Consejo de Estado sobre la forma como se escogió en la Corte a la doctora Viviane Morales.
La doctora Morales desempeñó las funciones que le encomendaron con dignidad, diligencia, responsabilidad, independencia y eficacia. Marcó una pauta muy importante sobre la forma como deben desempeñarse esta clase de labores, tan difíciles, de tan grandes connotaciones judiciales y sociales. Es el cargo mas complicado de todos cuantos se ejercen en el sector público.
La señora Fiscal tuvo que afrontar en las últimas semanas una situación muy complicada, que la colocó en el centro de las discusiones, no propiamente por la manera como atendía sus responsabilidades. Recuerdo con satisfacción una de sus frases contundentes sobre el tema: “La Fiscal soy yo”.
Este asunto deja unas lecciones que deben ser aprendidas, para que no se repitan. Comento un par de ellas, diciendo que respeto profundamente a las entidades oficiales, también a quienes las representan, y guardo la mayor admiración y acatamiento para con la Rama Judicial, que en momentos de anarquía y descrédito institucional ha sabido sacar la cara por el país y por los colombianos.
Hubo una gran demora en la escogencia del Fiscal por parte de la Honorable Corte. Comprendo que era necesario llenar requisitos y proceder a las respectivas votaciones, que exigen determinadas mayorías que no se lograban en el obligante ejercicio democrático. De todas maneras se presentó exceso en los plazos.
También faltó, en el Gobierno nacional, análisis y comprensión de la situación. Si no existía la mayoría necesaria, ha debido tratarse el tema entre los dos poderes para cambiar la terna. Imposible que ello no se pueda hacer.
Pero, claro, estaban rotas las conversaciones, lo que tampoco debe ser. La Constitución es clara en la importancia, necesidad y obligación de mantener, en lo público, relaciones armónicas en busca de fines comunes.
Y un aspecto que toca resaltarlo. No es posible que a estas alturas el país no supiera si el período del Fiscal es personal e institucional. Ya el tema se había debatido en otros momentos y sobre el particular hubo pronunciamientos institucionales y legislativos. Es un ejemplo de algo muy inconveniente que existe entre nosotros, a distintos niveles: la inseguridad jurídica.
A quien fuere escogido, “buen viento y buena mar”. Grandes éxitos y convenientes resultados. Con urgencia lo requiere Colombia.
A las instancias públicas, coordinación, buenas relaciones, definición de metas conjuntas. No es fácil. Son válidas las contradicciones. Pero siempre debe prevalecer el interés público.