HORACIO SERPA | El Nuevo Siglo
Miércoles, 10 de Abril de 2013

El pueblo apoya la paz

 

Multitudinaria la marcha por la paz, en Bogotá. Centenares de manifestaciones y marchas se cumplieron en los municipios de Colombia. El pueblo entusiasta, disciplinado, comprometido, expresó un definitivo apoyo  al proceso por la paz que se adelanta entre el Gobierno del presidente Santos y la agrupación guerrillera de las Farc. Tal vez nunca se dieron en el país tales demostraciones de solidaridad y compromiso con un hecho que hoy es patrimonio nacional: los acuerdos para la terminación del conflicto armado.

Con un palmo de narices se quedaron los enemigos de la solución política que buscan Gobierno y Farc. En su chiflado apasionamiento dieron un espectáculo de radicalismo y soberbia. Los llamados a no participar en las marchas, las mentiras publicitadas y la deleznable utilización de las redes sociales, los identificaron en su afán de crear enfrentamientos, de entorpecer, de no querer que se haga nada que no salga de su iniciativa y no se identifique con sus designios políticos. Ayer recibieron un frontal rechazo ciudadano.

Gobierno y guerrilla quedaron notificados de que deben seguir adelante en su notable propósito de acordar el fin  del conflicto armado. La sociedad colombiana los apoya con decisión. Lo que se dio fue un estímulo a la mesa de conversaciones de La Habana  y una demostración de confianza a sus integrantes. Fue un decirles que continúen dialogando, buscando las mejores fórmulas de avenimiento. El país espera tranquilo, confiado, con grandes esperanzas, las conclusiones.

Se van a cumplir 50 años del conflicto armado. Ha sido un largo recorrido, tortuoso, en ocasiones tenebroso, siempre inconveniente para los intereses nacionales porque ninguna guerra como la que sufrimos prodiga buenos resultados. El saldo, por el lado que se mire, es perjudicial para todos. El inventario de la confrontación es de muertos, secuestros, angustias, persecuciones, ruina. Los responsables somos todos.

Por eso es que a todos nos corresponde ser partícipes de la reconciliación y del pos-conflicto. Suscritos los acuerdos, a todas y a todos nos corresponde trabajar como nunca por el bien del país y de todos los colombianos, pues será solo el comienzo de una enorme cantidad de tareas que servirán para afianzar lo convenido. No solo se tratará de obras materiales y de inversiones. Nos corresponderá restañar heridas y tener la capacidad de olvidar, de perdonar, de reparar a las víctimas, de ser sinceros en el establecimiento de la verdad, para que nunca más nos vuelva a ocurrir una tragedia semejante.

Alguien decía que un solo día sin guerra servirá para enterarnos de lo que significa el trabajo que se realiza  en La Habana. Realmente es extraordinario lo que está por suceder. A partir de entonces, seremos una sociedad distinta, democrática, incluyente, pacífica, realizadora, rica en recursos y convivencia.

Si somos capaces de vivir en paz. Lo vamos a demostrar. Lo merecemos. Muy duro ha sido lo que nos ha tocado vivir. No es lo que deseamos para los jóvenes y niños de hoy y las futuras generaciones. Claro que podremos.