¿Tongo o Borondongo?
Los ataques vandálicos del viernes contra el sistema Transmilenio, no solo dejaron en evidencia la incapacidad del Alcalde Mayor, sino los múltiples conflictos que se entrecruzan por el poder distrital y la regulación del transporte urbano.
Nada más preocupante que un gobernante lanzando acusaciones a diestra y siniestra, reportando en vivo por twitter lo que iba pasando y señalando a sus antiguos compañeros de facción política de estar usando en contra suya los mismos métodos radicales de agitación que hasta no hace mucho los hermanaba. Pero no sorprende. Los votantes de Petro sabían que su dilatada experiencia pública se ha limitado a eso: A denunciar -casi siempre sin pruebas-, a hacer oposición. Y gobernar es otra cosa.
Sin embargo, y a pesar de lo peligroso de la actitud de Petro, tiene razón cuando denuncia que se trató de un ataque coordinado y probablemente pagado, que nada tiene que ver con el alegado propósito de reclamar mejoras en el servicio. Fue puro y simple vandalismo, cuyos responsables, materiales e intelectuales, es prioritario encontrar, aunque la investigación no sea fácil, porque sospechosos sobran.
El primero es el propio Alcalde Mayor. Él sabía, porque era de conocimiento público, que se preparaban protestas contra Transmilenio para el viernes, de modo que no haber adoptado un plan para evitar la paralización del sistema y los actos vandálicos, lo hace responsable, pues da lo mismo hacer que dejar hacer.
Los del Polo, del Moir, del PC y de todos los grupos, grupitos y grupúsculos que aún sueñan con dictaduras del proletariado y propiedades colectivas, también son sospechosos. Ellos, tan ofendidos por los señalamientos del Alcalde, tienen, como se dice en investigación criminal, motivación y capacidad para hacer lo que hicieron el viernes. No sería la primera vez que la doctrina de la “agudización de las contradicciones” es usada por la izquierda en contra de sus propios correligionarios para obtener ventaja política o para evitar que su rival la consiga. La “canibalizacion” de la izquierda no es precisamente un invento burgués.
Los propios operadores del sistema no dejan de ser sospechosos. Su obvio motivo es deslegitimar el Alcalde que les quiere desmontar sus leoninos contratos. Dos fotografías en primera página del sábado en El Tiempo y El Espectador y un vídeo de Citytv los comprometen seriamente. La de El Tiempo muestra un encapuchado que rompe la caseta de venta de pasajes y la de El Espectador aparentemente al mismo individuo dedicado a recargar una tarjeta en la destruida estación. Los tenis de marca, la mochila fina, el conocimiento técnico para operar el equipo de recarga y sobre todo la leyenda “Transmilenio” en la chaqueta que viste, son indicios más que graves.
El vídeo de Citytv muestra al mismo tipo que junto con otros de su misma horda, entre ellos un fotógrafo, intentan agredir al reportero de El Tiempo para quitarle la cámara. Allí hay suficiente material para hacer una buena investigación.
Ojalá que ahora los de Transmilenio no salgan a decir, como la Policía cuando el ataque informático contra la Registraduría, que fue por su propia seguridad.
@quinternatte