Ineptitud gubernativa | El Nuevo Siglo
Domingo, 9 de Febrero de 2025

La semana anterior se convocó un consejo de ministros que se convirtió, no en un escenario de reflexión para facilitar al presidente sacar conclusiones y decidir sobre los asuntos agendados, sino en un vergonzoso y preocupante espectáculo “en vivo y en directo” que mostró un gobierno que semi funciona principalmente por un atronador vacío de liderazgo. Es que no se puede ser un jefe de Estado teniendo solo el poder formal y jurídico para gobernar, careciendo al mismo tiempo de la influencia ético - moral y el prestigio que apoye y favorezca el ejercicio de ese poder. De aquí se deriva la ineptitud gubernativa de quien hoy gobierna a Colombia.

Lo que observamos fue un presidente que por carecer de sentido de la realidad se frustra al constatar que solo se han cumplido el 25% de los compromisos adquiridos con “el pueblo”. Y que al ver que se acerca el final de su mandato, quiso acometer de lleno la evasión de su responsabilidad para endosarla al grueso de los ministros, con el fin de que cuando al final de su gobierno -que muy probablemente será registrado como aquel que “pudo haber sido y no fue”-, sus seguidores queden convencidos de que por culpa de la oposición y su gabinete no pudo alcanzar su ideal.

Por esto vimos también unos ministros desorientados por expectativas de cumplimiento mal planteadas, molestos por planteamientos sin coherencia ética ni ideológica, escuchando a quien debía encauzar las discusiones sobre los principales problemas que enfrentan los colombianos, hablar de vaguedades y anécdotas. Aún más, Colombia pudo ver a un presidente disperso, enredado en sus discursos, con un liderazgo incapaz de traducirse en resultados, megalómano, hostil y que ve enemigos en todas partes, incluso en su equipo ejecutivo de gobierno. De ahí que haya querido auto justificarse afirmando que "el presidente es revolucionario: el gobierno no".

Lo cierto es que no es posible gobernar bien a punta de discursos sin polo a tierra, sin un norte claro. Talvez para llenar este vacío, Petro empleo más de la mitad de las casi seis horas, como un espacio para explayarse en una narrativa seudofilosófica de la historia política de Colombia y la humanidad. Todo parece indicar que a Petro no se le ha pasado por la mente que es mejor tener pocas ideas y ejecutarlas, que tener muchas y no ejecutar ninguna. Tampoco, ha caído en la cuenta de que el buen gobernante evita hablar mucho de sí mismo y de sus “gestas revolucionarias”. Si hay algo que produce rechazo es una persona con el “ego” exacerbado. De aquí que, con esas características contrarias al verdadero liderazgo, Petro tienda a irradiar constantemente discordia y desunión.  

Por lo acontecido en el consejo de ministros no es extraño que después de siete meses haya aflorado públicamente la frustración del ministro de Defensa reconociendo que nunca hubo una decisión política, institucional y estratégica de hacer una intervención como la requerida en el Cauca: “buscamos que Planeación hiciera la coordinación y no se ha logrado. Aquí hemos tenido grandes dificultades…no se ha podido lograr ejecutar la planeación con los ministerios como Agricultura, Salud y Educación”.

En fin, se reconoció que la intervención en El Plateado, con la misión Cauca y la operación militar Perseo, careció de una planeación integral con la debida coordinación de esfuerzos y asignación de responsabilidades, es decir, una intervención territorial que prometió ir más allá de lo militar careció de articulación interinstitucional. Esto fue tan evidente que Petro tomó la única decisión de la reunión cuando les dijo a los ministros: “entren cada uno por su lado al Plateado”.

Lo preocupante es que lo que ha ocurrido en el Cauca plantea un serio interrogante frente a lo que se está haciendo en el Catatumbo, con el agravante de que se trata de una zona fronteriza disputada por el Eln a favor del Régimen de Maduro.

Piénsalo bien: ser transparente consiste más en no tapar que en querer hacer ver… Se trata de permitir que se distingan los objetos que hay en el fondo de un vaso, y no de esforzarse en volver visible el aire.

Ante la evidente incapacidad de ejecutar las promesas del cambio, el mandatario se conformó con ofrecerle a la nación un circo en vivo y en directo para tratar de despojarse, él nada más, de toda responsabilidad.