Uno, sencillamente, no puede terminar de digerirlo y mucho menos de comprenderlo: que un desequilibrado como es el señor Donald Trump haya logrado la presidencia de los Estados Unidos y que, además, haya logrado cumplir cuatro años en el ejercicio de sus funciones ya es mucho, pero que además haya convencido a más de setenta millones de sus compatriotas para que lo respaldaran en sus intentos de reelección es el colmo de los colmos. Algo anda mal en la mentalidad de medio electorado norteamericano.
Desde luego un desquiciado de su sus quilates no podía abandonar el cargo sin hacer lo que hizo a mediados de la semana: incitar a una turba atolondrada para que se tomara el Capitolio Nacional, protagonizado un episodio vergonzoso para nuestra aporreada democracia. Es una lástima que aunque la Cámara de Representantes haya votado enjuiciarlo no lo pueda hacer por física falta de tiempo. Pero es urgente que los legisladores encuentren una forma de inhabilitarlo políticamente para que en cuatro años no intente otra vez regresar al Salón Oval.
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También era improbable la posibilidad de que, pese a los avances de la ciencia y la tecnología, una pandemia como la que estamos padeciendo a escala planetaria ocurriera y ocurrió. Pero lo que es verdaderamente grave es que sorprendió al sistema nacional de salud con la guardia baja. Al igual que al sector privado. Y esto que ha sucedido en este sector puede llegar a suceder en otros sectores igualmente sensibles importantes.
La lección que nos debe dejar todo esto es que los colombianos no podemos seguir siendo indiferentes a lo que sucede en nuestro entorno y debemos comenzar por aprender a cuidarnos en rebaño, una palabra que se ha puesto de moda. Aunque se diga lo contrario, hay una sensación generalizada de que al Gobierno lo ha desbordado el problema y vemos así los afanes oficiales por tratar de contar con la vacuna la que, al parecer, solo tendremos acceso hasta finales de febrero o marzo. Algo está fallando y habrá que ponerle remedio.
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Ha causado revuelo la afirmación del director de Human Rights Watch (HRW), José Miguel Vivanco, de que en Colombia "debajo de cada piedra hay un sicario". Desde luego es exagerada la afirmación, pero no deja de ser preocupante porque las tasas de violencia en nuestro país siguen siendo muy altas y el sicariato sigue haciendo desmanes en varias regiones del país.
Precisamente esta misma semana han ocurrido hechos muy lamentables que han dejado como saldo varios muertos y heridos. Todavía el país no tiene certeza sobre la forma como el Gobierno tratará de evitar que los espacios dejados por las Farc sean copados por otras fuerzas terroristas. Parece ser otra realidad la de que el Eln se está robusteciendo.
Adenda: Lo que está ocurriendo con las gravísimas fallas que se han venido presentado en el proyecto de Hidroituango es un novelón que pone de presente la irresponsabilidad tanto de los contratistas como de los gobiernos. Y lo grave del asunto es que no es un caso aislado, se cuentan por decenas hechos similares en todos los sectores y a todos los niveles.