Jaime Alberto Arrubla Paucar | El Nuevo Siglo
Jueves, 4 de Febrero de 2016

PATRIMONIO CULTURAL

Regalo envenenado

“Tesoro Quimbaya es de los colombianos”

 

El  patrimonio cultural de la Nación pertenece a todos los colombianos y por tanto, señala la Constitución que es inenajenable, imprescriptible e inembargable.   Hace poco se agitó el tema con el patrimonio cultural sumergido que se encuentra en el Galeón San José y que ya fue objeto de decisión por parte de la Sala Civil de la Corte Suprema de Justicia, en el sentido, que lo que  se encuentra allí en el fondo del mar habrá que clasificarlo; o es tesoro o es patrimonio cultural sumergido; lo que corresponda a  lo segundo, no podrá venderse y mucho menos regalarse.

 

Ahora el problema se presenta con el tesoro Quimbaya, compuesto por 122  piezas arqueológicas, que fue regalado en 1893 a la Corona Española en cabeza de la regente María Cristina de Habsburgo por el ex presidente de Colombia, Carlos Holguín Mallarino, el cual se encontraba expuesto en Madrid en la conmemoración de los 400 años del Descubrimiento de América y nunca regresó al país.  Lo primero que hay que advertir, es que el Señor Presidente de la época regaló lo que no era suyo; el tesoro Quimbaya, como patrimonio cultural, era res comunes y pertenecía a todos los colombianos y además tenía la característica de inenajenable,  propia de este tipo de bienes públicos.

 

Los motivos que tuvo Holguín para regalar lo que no era suyo, parecieran haber sido por pura amistad personal con la regente, aunque adujo el apoyo que había recibido de España en el diferendo limítrofe con Venezuela.    No pidió siquiera autorización al Congreso, aunque ésta tampoco habría legitimado tan ilícito proceder con los bienes de la Nación.

 

Por supuesto, que dicho patrimonio histórico, conocido como tesoro Quimbaya, sigue siendo de la nación colombiana y el regalo que hizo el expresidente de la época configuró un verdadero peculado.  Ganando indulgencias con padrenuestros ajenos.  El paso del tiempo no legitima la espuria posesión que ejerce España, pues los bienes culturales son imprescriptibles.  No puede decir otra cosa la Corte Constitucional o cualquier otro juez que conozca del tema, que esos bienes siguen siendo de los colombianos y que quién los tenga debe regresarlos. El problema es de jurisdicción, pues nuestros jueces no la tienen sobre un país extranjero y lo que procede por tanto es una reclamación diplomática, como las que hace Egipto y otros países con los estados europeos que en siglos pasados saquearon sus patrimonios históricos y se encuentran en los principales museos europeos.  

 

El tema es un asunto de dignidad nacional,  una deuda con los ancestros de esta Nación, inicialmente arrebatados de su territorio y de sus creencias por la conquista española, desposeídos de sus bienes y luego sacados de sus tumbas para dirigir sus pertenencias  a museos foráneos, con el único objeto de  que los gobernantes criollos se congraciarán con la monarquía.

 

Y aparece ahora otro saqueo importante a nuestro patrimonio histórico,  la corona de los Andes o de la Virgen de la Inmaculada Concepción de Popayán,  que en  junio de 1914  fue vendida ilícitamente  por el síndico de la Cofradía que la custodiaba.  Es la joya insignia de la colonia de Iberoamérica. Se dice que se trata  de una corona de 2.250 kilogramos de oro de 24 quilates, 453 esmeradas que pesan 1.500 quilates y  que tenía el collar de esmeraldas que el conquistador  Francisco Pizarro le había arrebatado al cacique inca Atahualpa antes de matarlo.  Hoy reposa en el Museo de Arte  Metropolitano de Nueva York, que la acaba de adquirir.  Ya habrá tiempo de referirnos a ella.