JAIME ALBERTO ARRUBLA PAUCAR | El Nuevo Siglo
Jueves, 11 de Abril de 2013

El proceso de paz y la justicia transicional

 

El Procurador General de la Nación dio su concepto dentro del trámite de un proceso de inexequibilidad que se adelanta frente al Acto Legislativo conocido como el Marco Jurídico para Paz, en donde se supone se encuentran los lineamientos que permitirán llegar a algunos de los acuerdos que harían posible el fin del conflicto. Concretamente, se trata de aspectos concernientes a los temas de justicia, pues es precisamente un proceso con  grupos guerrilleros al margen de la ley lo que está en juego. Muchos de sus miembros  soportan condenas por diferentes delitos, que no han cumplido y otros tienen procesos en curso y además la verdad supone que otros den a conocer sus actividades ilícitas  y habrá lugar a iniciar nuevos procesos en su contra.

El Ministerio Publico ha advertido en su concepto que no está de acuerdo con algunas expresiones del mencionado estatuto, especialmente en ciertos aspectos, como que la Fiscalía quedaría constreñida a ciertas figuras delictivas de lesa humanidad, renunciando a perseguir conductas constitutivas de delitos comunes; pero además solo podría investigar crímenes de lesa humanidad cometidos de manera sistemática; que quienes se beneficien de penas alternativas podrían ni siquiera pagar un día de cárcel; que habría algunos casos selectivamente señalados para no ser investigados;  que solo se investigaría a los máximos responsables y no se explica cómo aplicar ese estatuto a unos hechos y otros no y que  los casos seleccionados por la Fiscalía solo se aplicarían a los máximos responsables.

Ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre. Nos estamos introduciendo en un nudo gordiano. Que la impunidad no puede amparase en un proceso de paz por un lado, ello es bien cierto; pero es claro que se  trata de  una negociación y no de un sometimiento y que los guerrilleros no van a aceptar irse a la cárcel, es otra realidad. Con la posición  del Ministerio Publico se pone un palo en la rueda al proceso, no hay por qué negarlo; por un lado se dice que se quiere la paz y por el otro, que cuidado no se introduce a los negociadores en la cárcel; ello es, por lo menos,  un contrasentido.

La justicia transicional ya está inventada. Tiene que haber  justicia, verdad y reparación no hay por qué dudarlo. Pero dentro de un marco de justicia transicional hay  que permitir que  avance el proceso, con conmutaciones de la pena, suspensiones, alternatividades, etc. Lo otro sería negar la viabilidad del mismo proceso que equivale a desestimar la búsqueda de la paz. Pedir imposibles conducirá al fracaso de las negociaciones. Más imaginación y menos sectarismo es lo que la patria necesita.

Todos sabemos que la única forma de llegar a la paz es aplicando, como se ha hecho en otros países, un sistema de justicia transicional. Ello ya está probado y  se sabe que es lo que hay que hacer.