JUAN ÁLVARO CASTELLANOS | El Nuevo Siglo
Jueves, 15 de Marzo de 2012

Amarillismo

No debe pasar inadvertido en Colombia el escándalo originado en la cadena Premier-Radio, que integra desde Nueva York a 600 emisoras estadounidenses, locales y regionales, de propietarios particulares sin vínculos con las grandes compañías de radio y televisión de esa nación.
El protagonista de la historia es Rush Limbaugh de 61 años, nacido en California, donde comenzó como director de programas musicales, mientras estudiaba periodismo.
Hoy es líder en sintonía, con millonaria audiencia que supera a las emisoras de mayor prestigio en ese país y gran parte de canales de televisión; la emisión se extiende desde la mañana, hasta la tarde.
El programa de noticias y comentarios, iniciado hace 22 años, según los informes sobre sintonía indican que Limbaugh despertó interés de los oyentes por la banda de emisoras con frecuencia de AM, que como en gran parte de países se escucha menos por razones de tecnología.
Limbaugh tomó a pecho su pasión por la política y encontró que su estilo picante e irreverente es ingrediente para condimentar, con 50 anuncios publicitarios, su fiebre por el Partido Republicano, con marcado acento de la derecha ideológica.
Con inocultable asombro, los análisis dicen que con un micrófono domina más audiencia que las cadenas tradicionales de radio y televisión y centra la atención del debate previo a elecciones presidenciales en EE.UU.
Entre sus oyentes se cuenta el presidente Obama, blanco de feroces ataques contra su Gobierno.
La piedra de escándalo saltó en pedazos luego de que Limbaugh calificara de prostituta en su programa a una estudiante de Leyes, que en el Congreso de E.U. defendió la iniciativa para que los seguros de salud incluyan los anticonceptivos.
El maltrato provocó la indignación del Presidente, rechazando los calificativos del periodista. De inmediato retiraron su publicidad 8 grandes empresas, que condenaron la agresión a los entrevistados y su desbordada catarata de improperios contra críticos del pasado gobierno republicano de Bush.
Colombia no ha caído en el extremo relatado, pero sí se advierte en televisión el amarillismo con los titulares a los gritos para registrar el abundante volumen de noticias de Policía, interminables carruseles de corrupción y, lo que es mas grave, textos informativos con tendencia a condenar primero que los jueces.
Y queda confundido en algunas emisoras de radio, detrás del ‘show’ repetitivo, al referirse a toda clase de personas y situaciones con supuesto humor, todo para estar en la ‘guerra de medios’, reducida en el país a dos o tres empresas radiales, grandes y chicas.