Metro dilatado
La historia se repite hace 70 años, desde cuando el Gobierno local urgió la necesidad de construir Metro en Bogotá. El primer estudio fue contratado por el alcalde Carlos Sanz de Santamaría, al predecir el futuro de la capital.
De Francia, Estados Unidos y Japón llegaron las primeras ofertas que, a su vez, fueron las primeras en enredarse en el frustrado proyecto de millones de bogotanos, como lo prueban los archivos de la ciudad.
Luego de cinco intentos fallidos para su ejecución, todos han sucumbido ante falencias en los términos de contratación y, en su momento, dificultad económica para la respectiva inversión.
No quedan de lado, pereza, miedo a pensar en grande y negocios de pasadas administraciones, junto con Concejos de la ciudad, en distintas épocas, para seguir con buses que por muchos años fueron instrumentos de corrupción; nunca se investigaba y así proliferaron en Bogotá supuestas cooperativas de transportadores.
Ahora, el rostro del imaginado Metro asomó como protagonista de un relato de fantasmas tras derrotar en la oscuridad a un elevado número de opositores para su construcción.
Expertos del país y el exterior ratifican su beneficio, calculado en 85 por ciento en movilidad y transporte público, así opinen lo contrario quienes han utilizado la Administración pública muy cerca de negocios personales. Si el Metro no fuera solución, en Medellín habría fracasado.
Una vez que el proyecto recibió apoyo y garantía de financiación del Banco Mundial, con respaldo de ingeniería internacional, entonces se deja adormecer de manera inexplicable.
La consulta a una de las agencias de representación de compañías especializadas en construcción de trenes y metros establece que cuanto más tiempo pase alrededor de la decisión y contratación, luego del estudio definitivo sobre su trazado, tanto más aumentará el precio total del proyecto.
Confirman que una primera línea, como la propuesta para Bogotá, se hace con tecnología de hoy entre dos y tres años si hay trabajo coordinado entre Gobierno local y constructores para utilización y adecuación de predios.
El proyecto se está durmiendo ante el asombro de quienes, instalados como empresa en la ciudad, tienen ofertas de España, Francia, China, EE.UU. y Corea, en consorcio con empresarios colombianos.
Las obras con propósito público también son humanidad, para citar el mencionado principio planteado por la actual Administración de Bogotá.
Si el Metro sigue dilatado es como sepultarlo para siempre, al igual que 30 propuestas similares abandonadas en anaqueles del Distrito.
Sólo lo despierta el Gobierno central, para que con su apoyo se haga como obra de interés nacional, generadora de desarrollo y empleo.