En pocas oportunidades de su historia reciente Colombia se ha encontrado en una encrucijada como la presente: una verdadera concatenación de circunstancias y factores amenazan su rumbo como país. Aparte de una pandemia globalizada sin antecedentes, que amenaza la salud de toda su población, se le suma una parálisis de su aparato productivo que amenaza seriamente su crecimiento económico. Terroristas y desadaptados de todos los pelambres aprovechan para pescar en río revuelto. Obviamente la pérdida de oportunidades y el desempleo se han disparado, incrementando exponencialmente la brecha social. Afectando todo esto nuestra fe y nuestra confianza no sólo colectivas, sino personales y familiares.
Laureano Gómez solía decir que somos un país de pesimistas que solo mira el lado negativo de las cosas. Pesimismo que nos lleva con bastante frecuencia a la polarización y al sectarismo, alejándonos de los consensos y de los acuerdos que facilitan la búsqueda del bien común. Para muchos, incluso, la propia creación del Frente Nacional, que trajo una relativa paz a la política partidista, sólo habría servido para hacer más excluyente el ejercicio de esa lucha política. Gilberto Alzate Avdendaño, un gran líder conservador de la época, lo calificó como “el gran castrador" de la voluntad popular.
Para el politólogo alemán Karl W. Deutsch, en su extraordinaria obra "Los nervios del gobierno", seis son las causas principales para originar una crisis como la que padecemos: 1) La pérdida de poder, es decir, el detrimento de los recursos necesarios para lograr que el sistema prevalezca sobre los obstáculos del ambiente o entorno. 2) La pérdida de ingresos, es decir, la pérdida de eficacia de los caudales de información provenientes del exterior. 3) La pérdida de coordinación o conducción o sea la capacidad de modificar su conducta oportunamente. 4) La pérdida de la memoria o la capacidad de recordar. 5) La incapacidad de reorganizarse sobre la marcha. 6) La adaptabilidad a las nuevas exigencias del momento.
Concebido de esta manera, el ejercicio de la política sería el arte de saber tomar adecuadas decisiones en el momento más oportuno para hacerlo, cosa que por desgracia no es muy frecuente. Los llamados "pendientes" o "casos sin resolver", es la carga adicional que impide a los políticos, la mayoría de las veces, lograr sólidos liderazgos. En el caso de Iván Duque lo agobian no solo sus propios "pendientes", sino muchos heredados de sus antecesores.
Todas esas materias pendientes hacen que el acelerador del verdadero desarrollo no se pueda aplicar debidamente. Y esto se agrava en países como Colombia en donde no existen verdaderos partidos políticos que programáticamente van diseñando y construyendo ese camino de bienestar.
Por eso mismo es que cada "alcalde gobierna su año" en forma improvisada y solo pensando en sus propios intereses. Por eso podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que "gobernar es heredar" la mayoría de las veces situaciones catastróficas.
Adenda Uno: A estas alturas del paseo el gobierno Duque debería tener bastante claro que a los terroristas promotores del paro no le interesa ningún acuerdo sino el caos por el caos. Lo grave es que lo midan y lo encuentren.
Adenda Dos. Sentimos mucho el fallecimiento de ese gran amigo que fue Humberto Pava Camelo. A sus hermanos nuestro más sentido pésame.