Linda Caicedo, la vivaracha morocha de origen caleño que se ha convertido en la mejor jugadora del mundo según la FIFA, ha unido los corazones de todos los colombianos, a raíz de sus pícaras gambetas en el Mundial de Fútbol Femenino. Fue todo un espectáculo "gambetear" a todos sus adversarios y romper la red del arco contrario no una, sino muchas veces.

Desde los tiempos de Juan Pablo Montoya y sus hazañas en la Fórmula Uno, no aparecía un deportista tan carismático y admirado. Llama igualmente la atención la forma tan desenvuelta como maneja las cámaras y a los periodistas. Al igual que todas sus compañeras y no tienen más de veinte años.

Según los críticos su dominio del balón hace recordar los mejores tiempos de Pelé o de Maradona. Y ninguno se atreve a vaticinar hasta donde llegará con sus hazañas. Grandes clubes como el Barcelona y el Real Madrid la quieren contratar. Ella, con su gran humildad, solo acierta a sonreír y esperar que le depara ese grandioso futuro.

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Los Estados Unidos están viviendo actualmente un discurso de odio. Las redes sociales son el hilo conductor de los agravios y amenazas más extremos.  Su gran impulsador es el expresidente Donald Trump que no perdona haber sido derrotado y sigue acusando a su rival Joe Biden de haberle robado las elecciones. Esto desde su asalto criminal al Capitolio. Está portándose como un verdadero energúmeno, a pesar de que sus hijos si han reconocido a Biden.

El racismo y el extremismo son el caldo de cultivo y desde luego la ignorancia de sus millones de fanáticos. Los medios de comunicación irresponsables les hacen vergonzoso eco.

Es evidente que estos episodios causan grave daño a la confianza pública y a la democracia estadounidense. Más dañino si se coteja el liderazgo mundial de Washington.

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Álvaro Gómez Hurtado fue un faro moral de la política colombiana. A 27 años de su magnicidio, hoy todavía cubierto de impunidad, debemos recordar su gran legado: un Acuerdo sobre lo fundamental. Lo esencial para defender nuestra democracia y mantenerla libre de amenazas.

Fue siempre un incansable luchador por la ética, la moral y la justicia. Su prosa donosa campeaba en todos sus editoriales de EL SIGLO y su hermosa y timbrada voz llenaba todos los hemiciclos. Combatía la corrupción en todos los sectores y a todos los niveles. Era un hombre del renacimiento perdido en tiempos de pandemia moral.

Mucha razón le asiste a su sobrino Enrique Gómez Martínez cuando afirma que "hoy, en la hora del cambio verdadero no el de Gustavo Petro, recordando a Álvaro y volviendo al Acuerdo sobre lo fundamental, incorporando cotidianamente la acción política en nuestras vidas para que en el 2023 frenemos al Pacto Histórico".

Fueron varias las ocasiones en que Álvaro fue candidato a la presidencia y cuando realmente estaba listo para alcanzarla, las balas asesinas acabaron su preciada vida. Sin la menor duda de haber llegado al Palacio de Nariño hubiera sido un gran presidente. Nadie estuvo jamás tan preparado como él para ejercer la primera magistratura.

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Hermosa por su simbolismo humanitario y dramática por su entorno hídrico, causado por las grandes y graves inundaciones, es la fotografía que en primera página de nuestro diario se muestra a una socorrista de la Cruz Roja colombiana como maternalmente sostiene en sus brazos a una bebé de pocos días de nacida. Bien podría ser "la fotografía del año" por todo lo que capta y proyecta.

Adenda Uno. Lula vuelve por tercera vez a la presidencia del Brasil. Sus seguidores no olvidan que en su segundo mandato sacó a diez millones de la pobreza. Bolsonaro un buen derrotado por su populismo barato.

Adenda Dos. Con Lula Brasil es otro país que será gobernado por la izquierda. Lo acompañan México, Nicaragua, Venezuela, Perú, Bolivia, Chile y la Argentina.