LORENA RUBIANO FAJARDO | El Nuevo Siglo
Domingo, 25 de Marzo de 2012

Cultivos transgénicos

“Comer productos transgénicos puede convertirnos en mutantes o zombies sedientos de sangre”.

Grafiti callejero

Detrás de todo proyecto científico, económico o comercial, esta camuflado un interés y es el de producir dinero, así sea a costa de la humanidad.

Ahora están de moda los alimentos transgénicos que incrementan el uso de tóxicos en la agricultura, contaminación genética, contaminación del suelo y pérdida de biodiversidad y nos los están imponiendo a la fuerza, por TLC, por presión o por razones disfrazadas de humanitarias, sin tener en cuenta los efectos en nuestros organismos y en el de los animales que son imprevisibles e irreversibles. Los riesgos sanitarios de esos mal llamados alimentos son enormes y ya se hallan presentes en los productos que consumimos, en la comida chatarra y en las bebidas, las cuales cada vez, tienen más elementos químicos nocivos a la salud del ser humano y por lo tanto tienen un dulce sabor a muerte. Ningún gobierno ni entidad oficial están evaluando correctamente estos productos y su alcance, lo cual sigue siendo desconocido.

Algunos países han adoptado masivamente los cultivos transgénicos que son claros ejemplos de una agricultura no sostenible por esa razón. Alemania, en tres años ya no tendrá transgénicos en su territorio e impedirá su importación.

Únicamente la agricultura y la ganadería ecológicas son la solución al hambre y la desnutrición con desarrollo de técnicas sostenibles y justas. La industria de los transgénicos utiliza su poder comercial, influencia política y los sobornos para imponer sus semillas y desviar los recursos financieros que deberían destinarse a proteger las verdaderas soluciones a los problemas agrarios y alimentarios del mundo.

Yo quiero a Boyacá y a toda Colombia libre de transgénicos, no quiero papas transgénicas, porque destruyen la biodiversidad, acaban con la magia de la naturaleza de producir nuestros alimentos, no importa si nos demoramos un mes más en cosechar, porque estaremos ciertos de que es un alimento sano.

No quiero “semillas suicidas” ni granos maquiavélicos de la transnacional Monsanto, no quiero papas sin tierra, me niego a consumir maíz eterno, no quiero bebidas energizantes, todo eso es contra natura, contra el ser humano; no más abusos, todo esto nos llena de indignación.

Ya lo he dicho y no me cansaré de repetirlo, que la avaricia y el insaciable deseo de ganar más y más dinero lleva a las compañías alimenticias a sacar al mercado productos sin pensar en sus consecuencias.

lorenarubianofajardo@gmail.com