Luis Carlos Peña Mosquera | El Nuevo Siglo
Sábado, 30 de Enero de 2016

El plebiscito, una melodía

 

“Paz no se puede construir con cimientos falsos”

 

Al son de la canción  “la parranda se canta” de Albita Rodríguez, de tabaco y ron en La Habana, se inicia un nuevo año lleno de alegría,  y de animación  por parte del gobierno  en el que invita a todos los colombianos a que prendan motores para  pronunciarse en un plebiscito sobre si se quiere la paz o no.

Cuando se llegue a un acuerdo entre gobierno y Farc,  la Corte Constitucional  le dará su bendición  para que este plebiscito se pueda realizar.

Sin embargo, las Farc quieren otra melodía, anhelan una asamblea constitucional, que naturalmente nos llevaría a un Estado socialista; ellos saben  que con una mayoría de constituyentes de las Farc,  venenito que debemos tener en cuenta, se cumplirían sus propósitos.

A su vez Laura Gil dice que debemos recrear nuestra imaginación como si ya estuviéramos en una sociedad en paz. Parece que Laura Gil ya tiene su bolita de cristal en la que puede hacer predicciones a largo plazo, en donde miles de víctimas serán indemnizadas, donde podrán retornar a los campos para cultivar sus tierras, lo que generaría una baja de precios por la abundancia en la oferta de los productos agrícolas.

En su estrategia, el Gobierno se está comportando como un buen inspirador romántico. Igual que un buen compositor nos ha dicho el título de la canción, pero nos mantiene en vilo en divulgar la letra, la cual anhelamos cantar todos en coro, no sabemos si a ritmo vallenato, salsa, pasillo o guabina colombiana.

Suponemos que en el plebiscito estaríamos aprobando si habrá o no cárcel para los guerrilleros, la no extradición, la amnistía  para el narcotráfico, la dejación de armas.

Las Farc han dicho que no cuentan con un solo centavo para indemnizar a sus víctimas. ¿Pero con el plebiscito estaríamos dispuestos a votar por el  sí I a la paz, aunque las Farc sigan guardando en sus caletas el dinero recaudado en los secuestros y en el narcotráfico?  ¿Daremos el sí a la paz considerando implícitamente al narcotráfico conexo con el delito político de la rebelión?

¿Estaríamos aprobando que un jefe guerrillero condenado por secuestro o por homicidio pueda ser candidato a una alcaldía, gobernación o al Congreso?  ¿Garantizaríamos la seguridad de la población civil, las autoridades y las actividades económicas? ¿Quedaría la población campesina sujeta a que los guerrilleros armados hagan campaña por el plebiscito?

Podemos concluir que aún no conocemos la letra de la melodía. Todos deseamos que la composición llegue con la totalidad de sus versos, queremos vivir en paz, replicando en un coro alegre, sí paz, sí paz.

La paz hay que construirla con unas buenas bases y no con unos cimientos falsos que sólo se mantendrán sólidos mientras se firme el acuerdo, pero que al final por su debilidad, la tan anhelada paz se derrumbará con el trascurso del tiempo.