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Quedó registrado como un hecho anecdótico o simplemente como el final de Betty o Café. Yo aún pienso en ese consejo de ministros… Pensaba que al menos se manejaba con altura y no por lo más bajo. Que respetaban al “jefe de la mafia” como lo llama Abelardo. Pero lo que vi fue un modus operandi y dinámica, me imagino, muy similares a cualquier banda delincuencial de poca monta. Les faltó echarse bala in situ…
Más allá del morbo, que a decir la verdad es lo único que genera el interés de la mayoría, la tragicomedia, la gente la sigue viendo y comentando una y otra vez. ¿Qué habrá detrás? Según mi amigo A. Leyva, un petriste arrepentido más, y quien paradójicamente le gusta frecuentar el bar del barrio “Bandido” … se oculta y viene algo muy tenebroso. ¿Tendrá que ver con la próxima visita del jefe de la mafia al narco dictador Maduro? Lo cierto es que esperó, taimadamente, a que se apaciguarán las aguas… Ya Laura está preparando el encuentro. Tiene todos los accesos…
Será que el único camino que queda, al menos desde esta perspectiva de escritor, en lugar de iluminar, cosa que por supuesto no logro ni quiero lograr, ¿es burlarse? El humor es innato a la humanidad, se encuentra en papiros sumerios y asirios, en la comedia griega o romana y hasta en un consejo de ministros en Colombia, el cual incluyó todos los géneros humorísticos: negro, absurdo, grotesco, trágico, satírico.
Y, en esa línea debo confesar que la tragicomedia me reactivó mi repugnancia hacia algunas cosas humanas. Sobre todo, hacia ese fluido de reacción alcalina que se regaba por los bordes de los labios del dictador en ciernes (como lo llama Abelardo), muy al estilo de nuestro profesor de latín en la S.A., quien además también las acompañaba de un vaho inmundo. Al menos yo, huía de esa tortura y no aprendí latín… No se si Duque o Abelardo se lo aguantaron y terminaron aprendiendo latín.
Por eso entiendo la fuga del consejo de ministros y del gobierno, del santipetrista Cristo, argumentando, magistralmente: un cuadro gripal. Yo creo que más bien lo asustó el cuadro delincuencial… ¿Qué sería eso blanco que tenía pegado al saco el patrón y que producía esporádicamente destellos en la pantalla? Siendo biempensante, parecían migajas de pan, rastros de crema de dientes… ¿Sería el tal “café”?
Sobre el asco, fíjense que, hasta C. Darwin, en 1860, sostuvo que sentir asco, tenía un fin evolutivo, innato e involuntario. Se atrevió a argumentar incluso, que entre más asquiento sea el ser humano más propenso a sobrevivir es, pues la repugnancia, era un puro mecanismo de defensa frente al peligro.
Entonces mi reacción hacia este gobierno y el latín, tienen un fin puramente evolutivo y de autoprotección. Si… la repugnancia me la producen sus caras, ropa, modales, peinados, grasa en la piel, sus formas, su moda diversa, tonos de voz, sobre todo el de Laura, de pura actriz de Pandillas, guerra y paz … ¡me repugnan!
Juanfelipereyes@hotmail.com