ORLANDO CANO VALLEJO | El Nuevo Siglo
Martes, 13 de Marzo de 2012

Seguirán las reformas

Es un hecho que el actual hueco fiscal que enfrenta el ejecutivo no será cubierto con la nueva reforma tributaria que alista tránsito en el legislativo.
El nuevo paquete impositivo no tiene origen en la búsqueda de nuevos recaudos por la vía de un incremento en tarifas.
La propuesta del Gobierno al Congreso no tiene enfoque estructural, lo que hace inevitables futuras reformas tributarias en la medida que las necesidades de financiación del Estado así lo ameriten.
El Nuevo Siglo ha ventilado la urgencia de tramitar una reforma tributaria estructural y de fondo, que permita modernizar el actual estatuto de impuestos, las funciones, dirección y logística de la DIAN, al tiempo que elimine un sinnúmero de cortapisas, distorsiones, inequidades y trámites engorrosos en el manejo de declarantes, formularios y recaudos.
Un proyecto de ley estructural que llegue al quid del asunto en cuanto a debilidad del sistema impositivo colombiano que ha sido por décadas una colcha de retazos con el récord mundial, hasta hace no mucho, de una reforma por año.
Alivios para algunos sectores de la producción que generan empleo o reinvierten utilidades, no es la panacea en términos de equidad tributaria. Las compensaciones deben ser rigurosas y si es del caso, desmontadas, pues en la práctica crean distorsiones o ventajas comparativas que molestan a quienes no gozan de estas exenciones en el marco fiscal colombiano.
No es sencilla la letra para declarar y pagar impuestos. Tanto así que el director de la DIAN, Juan Ricardo Ortega, dijo que si en 30 días no mejora la atención a los usuarios, se retira del cargo.
La dispersión de normas, la cascada de artículos, procedimientos y vericuetos, les complican la vida a los contribuyentes. Los procedimientos digitales y la simplificación de formularios para grandes contribuyentes deben ayudar en algo.
Pagar impuestos es una obligación con el Estado, pero al contribuyente también le asisten derechos fundamentales tales como unos medios más sencillos, prácticos y oportunos para declarar y pagar.
Lo otro ya es un disco rayado: la gente que honra cada año sus compromisos con el fisco se lamenta de lo poco o nada que recibe a cambio. Los ciudadanos tienen voluntad en el pago de impuestos, pero les duele que éstos no se reflejen en obras públicas y calidad de vida.
Salir a la calle es de película. Cráteres, hundimientos, huecos, caos en la movilidad, avenidas inconclusas, losas partidas en vías de articulados, inseguridad y poca policía, desempleo, hospitales desvencijados, EPS inoperantes, escuelas y colegios públicos insuficientes, y peor aún, poblaciones que hace muchos años carecen de agua y energía eléctrica.
No se compadece con la actual carga tributaria.