El anacronismo a la cubana de la demagogia gubernamental intenta minar las bases mismas de la democracia y de la calidad de vida tanto de los colombianos como de sus instituciones. La reacción oficial frente al rechazo popular en las pasadas elecciones que liberó las principales ciudades del país de administraciones populistas de izquierda, que parecían competir en el mal manejo de los recursos públicos, ha sido la de persistir en los abusos y en políticas que atentan contra la economía, el orden social y el bienestar de todos.
Son varios los factores negativos que promueve el gobierno con la sinrazón de afectar negativamente la economía. Una de ellas es malgastar los recursos públicos en la demagogia, cuando en el primer año de gestión podría haber destinado una parte importante del presupuesto a reactivar la economía, lo que no hizo y ha causado desastrosos efectos en las finanzas de la población. Precisamente la economía lo que busca es anticiparse a las crisis y no esperar de brazos cruzados o malgastando el presupuesto, que los cosas se agraven. La persecución a las grandes empresas y capitales ha causado un grave daño a la producción, afectando el bienestar de los trabajadores que, en algunos casos, han sido despedidos. Al perseguir el gran capital se reducen las inversiones y se afecta el ahorro de las empresas para generar más riqueza y trabajo. En torno a las grandes compañías se mueven y dependen otras más pequeñas que generan ingresos y oportunidades al resto de la población.
Por supuesto, el mayor daño se da en el sector petrolero, pues al pretender abolir la exploración petrolera y gasífera, para entrar a depender de compras en el exterior, se le hace un daño brutal a la economía y por sus efectos negativos se afectan los sectores populares de manera gravísima, dado que de las ventas del crudo dependen gran parte de los recursos destinados al sector social más vulnerable. Por lo demás, como hace rato lo dijimos, el petróleo no es del gobierno sino de la nación, así que espantar a las compañías nacionales e internacionales que explotan los hidrocarburos atenta contra el patrimonio nacional. Fuera del efecto adverso que ha tenido el alza exagerada de la gasolina que afecta a particulares y a miles de trabajadores del transporte público.
El sector petrolero depende en gran medida de los comportamientos del mercedo internacional, por lo tanto, en tiempos de guerra tiende a subir el precio. La exploración de crudo depende de diversos factores y se hace más costosa en un país golpeado por la violencia, el terrorismo y las impiadosas masacres que están por llegar al ominoso centenar de casos. Es tan grave y peligrosa la situación de Ecopetrol, que el excandidato Jorge Robledo, reconocido jefe de un sector de la izquierda colombiana, acusa al jefe del Estado de prevaricato.
Fuera de esa tendencia a debilitar el sector petrolero por la vía de políticas equivocadas y antinacionales, tenemos el problema de la violencia con predominio en el 70% de nuestro territorio, situación que empeora día a día, en cuanto las bandas criminales y sus jefes se mueven a sus anchas, dejando un reguero de sangre a su paso. También extorsionan a las petroleras, lo que aleja a numerosos inversionistas. Mientras se multiplica la violencia, los militares, sin respaldo del gobierno ni de la sociedad, son forzados a quedarse en los cuarteles. Es una situación desesperante en la que continuamente a los mejores oficiales los trasladan a oficinas burocráticas, les niegan salir a defender la población y si insisten en cumplir su deber los llaman a calificar servicios.
Para colmo, derivado de la inspiración oficial en el modelo de gobierno cubano, se les ocurre trastocar el sistema de salud nuestro, que tan positivos resultados ha tenido por lo que es considerado de los mejores del mundo. Sistema que, por supuesto, tiene sus baches y se debe buscar mejorarlo. Principalmente, en la periferia regional, no destruirlo. En este caso concreto, el gobernante y su equipo, atentan directamente contra el bienestar de todos los colombianos y personas de la más diversa condición.
En cuanto a la reforma a de la salud, tiene el agravante que se captan los votos de los representantes a la cámara quienes, supuestamente, fueron elegidos para defender los derechos de los colombianos, como el de la salud. Los conservadores que votaron en la Cámara por el proyecto retardatario oficial se burlan de la colectividad que votó por ellos. El plato de lentejas no deja de ser un ominoso sistema de compra de conciencias.