Por inspirar, gracias | El Nuevo Siglo
Lunes, 9 de Agosto de 2021

Se acabaron los juegos olímpicos de Tokio. Quisiera uno que con ellos terminara de acabarse, de una vez por todas, el pandémico 2020. Nunca fue tan notorio el vacío, nunca tan estruendoso el silencio. Los competidores celebraron los triunfos sin abrazos y los que lloraron tuvieron que hacerlo en completa soledad; qué tristeza para todos.

Debe ser la misma sensación de ausencia que habrán experimentado tantos en el hospital, mientras luchaban contra el virus. Pero si la falta de público en las tribunas fue testimonio de este momento difícil, la estoica presencia de los atletas en los escenarios fue una bella declaración sobre cómo superar la adversidad.

En pandemia, nada fue fácil para nadie. Cada deportista, como pudo, decidió levantarse, sacudirse el sopor y continuar. Entrenar durante el confinamiento tuvo que ser un reto enorme, igual que atender los problemas de salud. Cuando todo parecía detenerse, estos atletas resistieron y lograron mantenerse en movimiento; su gesta heroica fue la misma de millones de personas comunes y cada uno de ellos fue, a la vez, todos los demás.

La participación de los 71 colombianos estuvo plagada de tropiezos y, sin embargo, qué felicidad tan grande la que nos dieron. Mariana Pajón, Carlos Ramírez, Luis Javier Mosquera, Anthony Zambrano y Sandra Lorena Arenas brillaron en el podio y nos sacaron lágrimas de emoción. También lloramos junto a Yuberjén Martínez, pero de impotencia; el sinsabor de su triunfo no reconocido nos queda para siempre.

Ojalá también nos acompañe mucho rato la estela de alegría que desprenden Estefanía Álvarez y Mónica Sarai Arango cada vez que se lanzan al agua. Ojalá se esparciera por el mundo la confianza de Vincent Pelluard hacia Colombia y un poquito de la sensatez de Rigoberto Urán, que tiene claro cuáles son las cosas que realmente importan en la vida. Ojalá nos cobijara a todos la entereza y el maravilloso espíritu de la siempre grande Caterine Ibargüen; si así fuera, este sería un mejor país y nosotros mejores seres humanos.

Para Colombia no fue el mejor de los ciclos olímpicos, dicen los que saben. Debe haber muchas razones que expliquen este mal momento y, como siempre, deben ser más complejas de lo que uno se imagina. Ya tendrán tiempo los expertos para analizar y para corregir lo que no funciona, por suerte la vida continúa y no se agota en un cronómetro, ni en un marcador.

De este lado de la pantalla lo que sentimos fue emoción; gracias admirados deportistas. Gracias a los que ganaron medallas y también a los que no. Para los que asistimos a las competencias desde el sofá, que ustedes insistan y no desistan siempre será valioso. La gran lección que nos queda es levantarse e intentarlo cada vez que sea necesario. La satisfacción de ganar medallas y batir marcas es su exclusivo privilegio, a los demás lo que nos dejan, para el resto de la vida, es el impulso que irradian solo con intentarlo. Por no parar, por persistir y por inspirar, siempre gracias.

@tatianaduplat