¿Por qué callan las ONG defensoras de los Derechos Humanos, aquellas organizaciones tan activas, como las escandinavas y la Corte Interamericana de D. H.? ¿Dónde está la voz de los diarios internacionales, que no paraban sus agresivas plumas ni quitaban sus ojos acusadores sobre cada muerte, o desaparición forzada, ocurrida durante los gobiernos de Álvaro Uribe o Iván Duque? ¿Por qué el silencio total de sus látigos justicieros?
Acaso el hecho que Gustavo Petro sea al primer presidente socialista o, mejor dicho comunista, les sella la boca. ¿Acaso todas estas organizaciones y medios tienen y han tenido, de tiempo atrás, una determinante agenda política? ¡Dios no lo quiera! Pero así parece.
La otra Colombia, la lejana, la que colinda con nuestros vecinos donde se desdibujan las fronteras. Esos territorios a los que tanto ofreció Petro durante su campaña, esa es la Colombia abandonada en estos momentos a su propio destino, sin ley, ni orden, ni protección del Gobierno del Pacto Histórico.
Repito, ¿qué pasó con las promesas de Petro, de poner los territorios al frente de su agenda? ¿Qué pasó con las denuncias de las organizaciones defensoras de los derechos humanos que callan ante el secuestro, la tortura, la desaparición y la permanente extorsión a que estas poblaciones son sometidas permanentemente ante el total silencio de la prensa internacional, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Amnistía Internacional y todas esas ONG tan activas y fustigadoras durante los gobiernos anteriores?
Solo se oye un vergonzoso silencio de ellas, en medio del aterrador aumento de la violencia en todo el país, sobre todo en las regiones más apartadas de Colombia, en los llamados territorios. En los últimos meses han ocurrido 86 matanzas, 142 líderes comunales y 20 excombatientes han sido asesinados. En Bogotá los feminicidios están disparados y nadie dice nada.
¿Qué dice la senadora María José Pizano, quien antes de la posesión de Petro vociferaba, histéricamente, en el Senado, acusando que las gentes morían en los territorios porque los gobiernos pasados habían sido “incapaces de parar las guerras”? Ahora senadora ¿Qué está haciendo su gobierno para parar a los asesinos que controlan gran parte de los territorios colombianos? Ya no se la oye denunciando masacres, ni secuestros, ni asesinatos de líderes comunales. Tampoco se oye la voz iracunda de Gustavo Bolívar, quien llama a los policías: “malditos policías, cerdos policías”, miserablemente culpándolos.
¿Y qué de las ONG defensoras del medio ambiente, acaso no saben de la catástrofe medio ambiental que sufre Colombia durante el “gobierno de la vida”, como llama Petro su gobierno? ¿No conocen del brutal aumento de la minería ilegal, que envenena y destruye cientos de ríos y vidas humanas, y la tala de bosques y selvas para sembrar cocaína, que amenaza parques naturales tan hermosos e importantes para la salud de la humanidad y la conservación de maravillas naturales, como el parque Chiribiquete?
Yo denuncio estas organizaciones, y a su agenda política. Ese silencio es sucio, es criminal, es miserable. La falta de imparcialidad de ellas y quienes las financian, es vergonzosa.
Su actuar va en contra de la humanidad entera y muy en particular de Colombia, que se ha quedado sin defensores, porque quienes debían defender internacionalmente los derechos humanos y el medio ambiente, han vendido sus servicios a una ideología predeterminada.