Rafael de Brigard, Pbro. | El Nuevo Siglo
Domingo, 31 de Enero de 2016

CASTA MALDITA

El hombre sin moral

“Se ha reproducido hasta convertirse en plaga”

 

ES una creación de la sociedad moderna y que ya hace un buen tiempo llegó a las instancias del poder en cualquiera de sus instituciones. No se siente comprometido interiormente con ninguna norma moral, sino que su vida está regida por un pragmatismo vulgar, es oportunista y sabe cuánto provecho puede sacar del poder y lo usa para eso. A veces su límite es la ley, pero tampoco la teme y si alguien cercano mira hacia otro lado, él muy posiblemente la violará sin pudor. Y conoce, este hombre (o mujer) sin moral, que quienes deben controlarlo y limitarlo muy seguramente actúan de manera idéntica y por lo mismo tienen la precaución bomberil de no pisarse las mangueras mutuamente.

Es políticamente incorrecto preguntar por las condiciones morales de quienes están al frente de las instituciones públicas y también privadas. Un velo mentiroso crea la sensación de que eso hace parte de la vida íntima y es infranqueable. De este modo, no obstante saberse que no pocos de los que regentan instituciones de notable influencia social  carecen de principios morales y tienen una larga hoja de vida llena de infracciones a la moral, se les conceden las dignidades que de ningún modo merecen ni están en capacidad de asumir. Debe ser por esta podredumbre interior que estos personajes gastan tanto dinero en vestirse extremadamente elegantes, engominarse el pelo, usar lenguajes ridículamente sofisticados, para que la fachada tape lo inocultable.

Jesús, al enfrentar a esto  humanos corruptos, los llama sepulcros blanqueados. Alude al contraste entre la brillantez exterior y la gusanera que hay debajo. Y esta clase de personas es la que con cinismo escandaloso, no solo ha cometido toda clase de fechorías contra la ciudadanía, sino que ha dado lugar a toda clase de leyes inicuas contra la vida, las personas, la familia, los humildes. Tal vez porque esta casta maldita defiende su corrupción y sus desafueros con la muerte de sus enemigos, es que la sociedad colombiana no ha reaccionado fuertemente para juzgarlos con severidad. Esto ha hecho que esta especie, el hombre sin moral, se haya reproducido hasta convertirse en verdadera plaga que ahora es amenaza para todos. Y si se mira la forma como se orienta hoy la sociedad en general, entonces hemos de decir que pocas esperanzas hay de que las cosas sean diferentes. Pero el infierno sigue existiendo.