RICARDO EASTMAN DE LA CUESTA | El Nuevo Siglo
Jueves, 15 de Marzo de 2012

Incertidumbre japonesa

Por efecto de la globalización el escalafón de economías del mundo va cambiando. Ahora a Estados Unidos lo siguen China, Japón, Alemania, Francia y Brasil. Dentro de las diez primeras figuran también Rusia e India. Irrumpen en esa lista mayor naciones que crecen con venta de materias primas y de alimentos, circunstancia que no se dio antes en el mundo moderno.
No es de poca monta que con recursos del subsuelo y la explotación de la tierra pueda convertirse un país en principal economía mundial.
Los japoneses montaron su milagro en la industria manufacturera. En un Plan de reconstrucción nacional liderado por Washington, lograron en unas décadas sorprender al mundo con una producción que, si bien al comienzo fue de “cargazón”, dio rápidamente el salto hacia la calidad, la competencia y la innovación. Igual camino recorre China hoy.
Pero, por cuestiones culturales, fueron reacios a asociarse, y más a instalarse en el exterior. Toda su producción se concentró en territorio patrio.
Y la globalización se encargó de mostrarles el error. Una de sus cualidades es la llamada deslocalización, la capacidad de la industria internacional de instalarse donde más convenga. Los japoneses perseveraron en su teoría, y comenzaron a sufrir.
Para explicar el fenómeno basta mencionar la industria automotora, tan importante para ellos como para cualquiera, que sufre ahora los embates de competidores más deslocalizados. Marcas como Honda y Mazda apenas comienzan ese período, y mientras tanto les quitaron mercado y pasan inmensos trabajos para sobrevivir. Nissan lo hizo antes, le va mejor. Lo de Toyota es diferente, seguramente se durmieron en los laureles y salieron de la cima por problemas de calidad: comienza el 2012 con General Motors y Volkswagen a la cabeza de la industria en el planeta.
Los fabricantes japoneses de vehículos tienen dos enemigos mortales.
Su propia moneda. Siendo el yen moneda refugio, la revaluación los carcome. Lo de Colombia, pero elevado a grandes potencias. De 120 por dólar en el pasado, está por debajo de 80 hoy. Con esa tasa de cambio es imposible competir con una industria que, se repite, se demoró para entender los cambios del mundo.
Su milenaria cultura que los hace lentos en las decisiones, siempre colectivas. Es bien difícil mantenerse arriba contra “monstruos” gringos y europeos, hasta coreanos y chinos, que sin ser tampoco la panacea, giran e innovan sin pedir tantos consentimientos.
Así se entiende por qué Japón perdió con China su sólido segundo lugar en el mundo. Por qué su economía se bambolea desde hace tantos años. Por qué no logran reactivarla y relanzarse. Están encerrados por sus virtudes que ahora se transformaron en defectos.