Ejércitos y narcotráfico
La comunidad internacional observa con atención el giro que varios países de América Latina han dado a sus Fuerzas Militares. Primero fueron Colombia y Perú quienes incluyeron al Ejército en la lucha contra el narcotráfico. La mezcla perversa entre guerrillas y tráfico de drogas ilícitas fue el detonante para entregar a los militares gran parte de la lucha contra el tremendo flagelo. Hoy es imposible dar la batalla tan solo con policías, porque en ambos países el enemigo es rural y es urbano y para cada caso existe una fuerza especializada.
En Colombia se logró una fuerte ligazón entre Policía y Ejército que ha permitido éxitos que el solo Ejército nunca alcanzaría. Por supuesto, se hacen ingentes esfuerzos para minimizar la corrupción entre los policías. Y para dar formación cívico-militar a las tropas.
Ahora México, Honduras y Guatemala han seguido el ejemplo. Brasil los utiliza para desalojar las favelas y romper huelgas policíacas. En Argentina se creó una fuerza especial de seguridad para reemplazar a la corrupta Policía capitalina.
En México la pelea es urbana. Por eso fracasó la estrategia de Felipe Calderón de enfrentar su Ejército y dejar de lado la Policía. Pudo ser desconfianza en la transparencia de esta institución, pero todo se convirtió en una carnicería sin propósitos de largo plazo, fundamentada en la Inteligencia militar, la infiltración y el espionaje en lugar de desarticular las estructuras y los procedimientos.
Porque los Ejércitos son para la guerra. El combate contra el crimen y el narcotráfico no forma parte del ideario militar. Su formación va hacia la defensa de la soberanía nacional y de la institucionalidad. Habrá que hacer cambios en la doctrina, la filosofía y la misión, como de alguna manera se hizo en Colombia.
Pero los países desarrollados dan pasos en igual sentido. En la Conferencia sobre terrorismo celebrada en Madrid en 2005 se acordó emplear el Ejército contra amenazas criminales superiores, para blindar las fronteras en asocio con similares de otros países y para llevar el orden a naciones incapaces de hacerlo por sí mismas.
En América Latina los ejércitos pasaron de la era de los caudillos a la del soldado profesional -ya veremos la idea del soldado universal-. Todo indica que la tercera era implicará a todas las Fuerzas Militares del continente en la lucha contra la delincuencia organizada y transnacional.
Un alto riesgo de corromperlas al exponerlas al contacto, así sea hostil, con enemigos cada vez más fuertes, ricos, atrevidos y entrelazados. Son ríos de dinero, mujeres y lujos que pueden dar al traste con la moral inculcada en mentes pobres y sin razones para morir por la patria.
Brevete. Rápida la elección del nuevo Fiscal General de la Nación. Todos los colombianos rogamos para que el doctor Montealegre siga la huella de Viviane Morales, la mejore, y continúe la batalla por la recuperación de la dignidad nacional.