De la sabiduría popular
Con los últimos acontecimientos políticos en relación con la exfiscal general de la Nación, cabe preguntarse sobre la valía que tienen los aún en uso dichos populares que, según se enseña, no son otra cosa que la expresión de la experiencia acumulada de los pueblos, con sus usos y costumbres.
Pues bien, entre nosotros se tenía por sabio el refrán según el cual se decía: “dime con quién andas y te diré quién eres”. Expresión tan popular como llena de contenido y sentido. Sin embargo, parece que con el trasegar de los años tan elemental enseñanza no pasa de ser una mera ilustración de escuela o comentario de abuelita.
Los Nule, por ejemplo, trabajaron como criminales y como criminales terminaron, manchando a todo profesional que por intermedio de ellos ensuciaba su hoja de vida únicamente para satisfacer su apetito económico. Si ello se predica de los particulares ni qué decir de los funcionarios confesos. Lo suyo ocurrió también con los terroristas del ayer que manchando de sangre, zozobra y desconfianza a la comunidad colombiana, hoy son víctimas desde el gobierno del espíritu de revolucionariedad que en esas mentes impera. Pero la más diciente, no sólo por lo grave sino por lo patética, fue el reencauche, la incorporación en la respectiva terna y la subsiguiente elección de la señora Morales como Fiscal General de la Nación.
En efecto, se trataba de entregarle en las manos de una mujer harto cuestionada en el pasado las riendas de la política criminal de una de las naciones más violentas y delincuentes del planeta. Se sabía, por ejemplo, que ella no contaba en su haber con grandes logros. Se tenía por verdad, tanto en el momento de la postulación como en la elección misma, que había cohonestado -y de qué manera- con el peor de los gobiernos republicanos y con las complicidades propias del Proceso 8.000. Para finalizar el prontuario de tan distinguida dama, se tenía como hecho público sus amoríos, esos sí lícitos, con uno de los mayores delincuentes que ha tenido el infortunio de haber nacido en estos pagos.
No obstante todo ello y olvidando el citado refrán, se nos ocurrió tener por fiscal de la política inculpatoria a la señora, amante y mujer de un conocido criminal. Sus hazañas son célebres pero la elección de su mujer en tan importante cargo, no lo será menos. ¿Qué nos enviará ahora nuestra Corte Suprema de Justicia?