En pocas ocasiones el adjetivo bueno, en todas sus acepciones, puede ser aplicado a una misma persona. Pero este es el singular caso de José Alejandro Cortés, presidente del Grupo Empresarial Bolívar, no es solamente bondadoso en su trato personal, sino singularmente efectivo en su ejercicio profesional, a la vez que profundamente sencillo en su devenir cotidiano. Por sus múltiples y variadas cualidades es un servidor sin parangón de la sociedad colombiana. Dueño, además, de una cautivante personalidad, su integridad y probidad son legendarias. Es un verdadero dechado de cualidades ciudadanas. En lo personal, para nosotros ha sido un orgullo haber trabajado bajo sus órdenes.
Por todo ello celebramos el homenaje que, en forma de entrevista biográfica, se le acaba de entregar a sus admiradores y al público lector en general. Será, sin duda alguna, una obra que servirá de valiosa ayuda a muchos iniciados en el mundo de los negocios, especialmente en estos tiempos pandémicos. Su gran altura moral deberá servirnos de inspiración para consolidar al país como una nación mejor, más justa y más productiva.
José Alejo, como cariñosamente lo llaman sus amigos y colaboradores, se dedicó a los seguros por vocación familiar pero su perfeccionismo profesional lo llevó a estudiar y graduarse como uno de los primeros actuarios de seguros que hubo en el país. Pero su vida no ha sido fácil e incluso se ha forjado en el dolor y en las privaciones, como cuando en sus inicios sufrió una muy penosa enfermedad que lo mantuvo paralizado por varios meses, pero a la que venció con tal tenacidad que posteriormente llegó a ser un destacado deportista y campeón nacional de tenis.
Su periplo vital es demostrativo en grado sumo de la divisa, "Si vale ser bueno". A pesar de su éxito él ha sabido mantener un bajo perfil, pero sus contribuciones solidarias a diversas causas lo mantienen en permanente actividad y vigilia. Su hijo Miguel ha tomado la posta, después de una gran preparación para hacerlo y su encantadora esposa, Nancy Kotal, sigue amorosamente a su lado, como lo ha estado por muchas décadas de feliz enlace matrimonial.
En la obra que venimos comentando nuestro personaje divide su vida en cuatro vitales períodos, cada uno de veinte años de duración. Los iniciales son de aprendizaje, de conocer, de aprender a valorar; los segundos le enseñaron a volar "alto y lejos" y a ampliar al máximo sus capacidades intelectuales. El último lo utilizó cerebralmente para ajustar todo el maravilloso andamiaje de sus ilusiones y realizaciones.
Adenda Uno
Cuando hace cuarenta y cinco años le propusimos a José Alejo, en compañía de Ivonne Nicholls, su jefa de relaciones públicas, la creación del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar, aceptó de inmediato la idea y durante todos estos años ha sido su más entusiasta impulsador.
Según sus propias palabras, "el premio ayudó despegar la imagen de las compañías de seguros, porque empezaron a ser vistas como instituciones que se preocupaban por la sociedad".