‘Vamos por el poder’ | El Nuevo Siglo
Viernes, 11 de Octubre de 2024

Simulando hechos recientes, las alarmas en Colombia están encendidas frente a una amenaza tangible. Lo que inicialmente parecía una “tormenta tropical” contra las instituciones y la democracia se ha transformado en un huracán que golpea con fuerza la estructura del Estado, avanzando implacable hacia oscuros objetivos. No es exagerado, ni una simple ocurrencia, afirmar que nuestro país padece los embates del “huracán Gustavo”.

Puede parecer repetitivo lo que hemos señalado durante estos dos años, pero los hechos nos confirman la gravedad de una situación cada vez más palpable. Gustavo Petro tiene claro hacia dónde va y sigue construyendo su narrativa en torno a una figura de su invención, que denomina “golpe de Estado”. Con esta estrategia, busca victimizarse y reforzar la lealtad de sus fanáticos, con el claro propósito de aferrarse al poder. Y está dedicado de tiempo completo a su objetivo.

Este contexto representa, sin duda, uno de los mayores peligros para Colombia en su historia republicana, pues no enfrentamos una amenaza externa; el riesgo para nuestras instituciones y la democracia proviene del propio personaje que ostenta la jefatura del Estado. Un posible “autogolpe”.

Como lo venía anunciando, Petro ha encontrado en la reciente decisión del Consejo Nacional Electoral (CNE) de investigar su campaña presidencial el pretexto perfecto para avanzar en sus intenciones, recurriendo a su desgastado discurso de “golpe de Estado”. Y abusando del poder, utilizó otra alocución presidencial para atacar al CNE, victimizarse y lanzar amenazas, buscando así profundizar la polarización y reforzar su estrategia populista. 

Constantemente, Petro alude al resultado de su elección para legitimar su mandato, algo que nadie cuestiona, aunque haya ganado por un margen estrecho. Sin embargo, su retórica incendiaria incluye afirmaciones como: “El presidente llegará hasta donde el pueblo diga, no importa mi vida…” y “Es la asamblea nacional popular la que determinará los pasos a seguir, y si van a tumbarnos del gobierno, vamos por el poder”. Me pregunto: ¿qué significa “vamos por el poder”? ¿Es acaso el anuncio oficial de que piensa aferrarse? ¿Y le llama “asamblea popular” a una especie de guerra civil, financiada con el presupuesto público? Qué peligro.

En este contexto, Petro ha repetido, como un estribillo, su afirmación de que se ha dado “el primer paso del golpe de Estado”, refiriéndose a la decisión del CNE. Sin embargo, la máxima sanción que este organismo podría imponer es una multa, algo muy alejado de lo que implicaría un golpe de Estado. Él lo sabe, al igual que sabe que el CNE en el pasado abrió investigaciones similares y sancionó la campaña presidencial de Samper, su aliado; e investigó la de Santos y la de Iván Duque; entre otras. Ninguno de ellos, cuestionó la competencia innegable del CNE ni habló de “golpe de Estado”. Solo Petro ha montado una escena teatral para victimizarse, siguiendo su propio libreto. Todo evidencia que la figura del “golpe de Estado” es solo una creación de su retórica, y aunque es consciente del daño que le hace al país, no le importa.

A la mayoría de los colombianos, según las encuestas, que sí nos duele el país, nos corresponde, además de defender las instituciones, hacerle frente a Petro con el poder del pueblo y las herramientas democráticas establecidas en la Constitución. Y, parafraseándolo, debemos advertirle con firmeza que ‘Vamos por el poder’, porque hoy Colombia está en las peores manos.

@ernestomaciast