VICENTE TORRIJOS | El Nuevo Siglo
Lunes, 19 de Marzo de 2012

PLANETARIO

Diplomacia bomberil

Tras  su curioso (y tan enigmático) viaje a Cuba, el presidente Santos dijo que había logrado “apagar el incendio” que amenazaba con devorar a la Cumbre de las Américas de Cartagena programada con bombos y platillos para mediados de abril.

El Presidente se apresuró a sostener que la Cumbre ya estaba a salvo de “sufrir lo que muchos decían que se iba a presentar, una especie de boicot” por no haber invitado a la Isla.

Cuál no sería su sorpresa cuando el otro mejor amigo, Rafael Correa, flamante Presidente ecuatoriano, anunció hace pocas horas que no acudiría a la cita por la negativa de EE.UU. (y de Colombia, por supuesto) a invitar a la Familia Castro.

Dicho de otro modo, cuando la Presidencia pensaba que todo estaba arreglado, salta la liebre y pone al desnudo lo que ni la Cancillería de San Carlos ni el Departamento de Estado han querido percibir: que la Cumbre de Cartagena -a la que sí acudirán Ortega y Chávez, si su salud se lo permite- es tan solo un pretexto de la Alianza Bolivariana (ALBA) para consolidar un proyecto estratégico: el de apropiarse del sistema interamericano.

Los países de la ALBA, liderados por la reencarnación andante del Libertador, han venido desarrollando una arquitectura institucional en las Américas destinada a rematar con broche de oro la expansión de la revolución.

Empezaron con Unasur, que en breve estará controlada por un chavista consumado. Siguieron con la Celac, Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe -reemplazo del Grupo de Río-, que ya se encuentra a cargo de un castrista ejemplar.

Y el próximo paso es la OEA. Así que para dar el zarpazo, o sea para reemplazar a Insulza con uno de los suyos, la ALBA utiliza la Cumbre de Cartagena como plataforma, como trampolín estratégico, poniéndonos a todos a discutir banalidades como, por ejemplo, si la Familia debería ser invitada sólo a la inauguración y al desayuno pero no a las comisiones ni a la cena.

En otras palabras, al controlar las agendas de Unasur, Celac y OEA, la ALBA estará en capacidad de poner en funcionamiento un nuevo sistema interamericano con la complacencia de Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Perú y todos los demás gobiernos que, sin hacer parte constitutiva de la Alianza, sí que beben en el mismo cáliz.

Puestos entonces en la situación de “exclusión” en que hoy se encuentra Cuba, Estados Unidos será sometido a la nueva agenda del sistema en la que ya no importará la democracia, ni la nuclearización, ni el apoyo al terrorismo sino, más bien, el levantamiento del bloqueo, la legalización de las drogas y la “solución negociada al conflicto en Colombia” para que las Farc reciban la recompensa que la aristocracia les ha negado a lo largo de la historia.

En resumen, la ALBA tiene un proyecto estratégico. Y Colombia tiene en Cartagena buena mesa, lindas fotos: bombos y platillos.