Vólmar Pérez Ortiz | El Nuevo Siglo
Viernes, 5 de Febrero de 2016

AUDAZ INICIATIVA

¿Un nuevo Plan Colombia?

“Narcotráfico es la fuente de todas nuestras desgracias”

 

El  Plan Colombia es un instrumento de cooperación que contribuyó de manera importante al fortalecimiento institucional del Estado colombiano y, de manera concreta, al de la fuerza pública en la lucha contra el narcotráfico.

 

Se adoptó en una época particularmente difícil porque el narcotráfico se había convertido en la principal fuente de financiación de los aparatos militares de las diferentes organizaciones armadas al margen de la ley. Las Farc habían crecido y, por tanto, aumentado su capacidad ofensiva hasta llegar a creer que podían pasar de la “guerra de guerrillas” a lo que se conoce como “guerra de posiciones”, con la toma de Mitú-Vaupés. Por ello había necesidad de que el Estado las enfrentara con mecanismos más eficaces.

 

Se debe reconocer que el Plan Colombia fue una iniciativa audaz del gobierno del presidente Pastrana, quien convenció al gobierno Clinton de su conveniencia y de que la responsabilidad en la lucha contra un delito de las características del narcotráfico no podía ser únicamente de Colombia que estaba haciendo los mayores esfuerzos que le permitían las posibilidades institucionales contra un flagelo que, en ocasiones, se creía había desbordado su capacidad para afrontar el desafío que le habían planteado los grupos armados ilegales.

 

El Plan Colombia tuvo en sus comienzos una fuerte oposición de quienes lo veían como una entrega voluntaria a los intereses estratégicos de los Estados Unidos, y en el largo período de su ejecución fue decantándose hasta evitar que se desviaran sus fines. Se han invertido más de 10.000 millones de dólares.

 

Ahora, con motivo de sus 15 años, se oyen voces que plantean la posibilidad de su renegociación en el marco del proceso de paz que se adelanta en La Habana. Qué bueno fuera poder seguir contando con esos recursos para terminar de recuperar la institucionalidad y fortalecer la presencia del Estado en aquellas regiones en donde la confrontación armada ha sido especialmente intensa y se registran los mayores índices de violaciones al derecho de los derechos humanos y de infracciones al Derecho Internacional Humanitario, como: el Catatumbo, el sur de Bolívar, los Montes de María, el Putumayo, el Litoral Pacífico, entre otras.

 

Si se llegan a desactivar las Farc, continúan las “bacrim” y el último reducto del EPL. O sea, seguirá el tráfico de narcóticos. Por ello es necesario mantener esos niveles de cooperación. En cuanto al ELN se dice que están en disposición de iniciar diálogos formales con el Gobierno, pero, para tal efecto, deben liberar a los secuestrados que estén en su poder. Conozco personalmente a Ramón Cabrales y sé del sufrimiento de su familia que ha pasado por el calvario de ver dos de sus miembros sacrificados en cautiverio.

 

El narcotráfico es la fuente de todas nuestras desgracias y, además, es un delito trasnacional que no se puede prevenir y combatir con eficacia sin contar con el apoyo de la comunidad internacional. En los últimos años, con la ayuda del Plan Colombia, se sostiene que hemos superado la condición de Estado fallido. Y ojalá podamos avanzar para ser un Estado modelo en la región.