El gigante Disney anunció que los días de su plataforma Star+ están contados. Para mediados de 2024, todos sus contenidos migrarán a Disney+. De esta manera, el streaming completó la parábola y de a poco se reconvierten en los viejos canales de televisión.
En los años 80 y 90, un canal de televisión abierta tenía una programación muy estándar: primero noticias en la mañana, series y algo de entretenimiento en la franja más mañanera y deportes en vivo y películas para la noche. Los más jóvenes no sabrán, pero los viejos canales eran un todo en uno.
Los televidentes, eso sí, tenían que adaptarse a los horarios que establecía el canal. Por supuesto, estos horarios dependían de las rutinas de los consumidores. Por eso, las noticias de las siete de la noche siguen siendo sagradas. El caso es que todo gira en círculos.
En menos de 10 años, las plataformas de streaming pasaron de ser disruptivas a tradicionales. Con la integración todo en uno que anunció Disney, los famosos unicornios completan todo el circuito para volver a 2013.
Ahora, pagando una suscripción mensual tendrás series y películas a disposición. Pero también tendrás acceso a deportes en vivo, esos sí, en horarios establecidos y no cuando el usuario quiera. Pero ¿cómo era que se llamaban esos espacios que te ofrecían entretenimiento y eventos en vivo en un solo paquete? Ah sí, todavía se llaman: canales de televisión.
¿Quién lo diría? La evolución del streaming resultó ser un retroceso. El único gran cambio versus la querida televisión tiene que ver con la disponibilidad. Mientras los canales todavía tienen franjas y horarios, las plataformas pueden ser consumidas en cualquier momento y desde casi que cualquier lugar con internet.
Ahora hablemos de la financiación de las plataformas de streaming. De nuevo, paradójicamente, volvimos al mismo modelo de la vieja y querida televisión: la pauta es el centro. Este año, Netflix lanzó planes para que los usuarios tengan acceso un poco más barato a su plataforma, pero a cambio tendrán que soportar incomodos anuncios.
La realidad es que plataformas como Netflix quemaron miles de millones de dólares produciendo contenidos nuevos y pagando por derechos y licencias esperando que todo se pudiera financiar con el pago mensual de los suscriptores. Lo que pasó en la vida real es que se encontraron con tres problemas fundamentales: el techo de consumidores, la fragmentación del contenido y la falta de eventos en vivo.
Ahora que las tasas de interés en todo el mundo no paran de subir y subir, los inversionistas ya no están soltando esas cantidades ingentes de dinero a los unicornios tecnológicos. Y la tendencia de austeridad, que raya en la recesión, se mantendrá en todo 2024, las compañías disruptivas están volviéndose duramente conservadoras. Lo que antes era un imposible, ahora es posible. La tendencia de los Disney y Netflix se repetirá dolorosamente en otras industrias.