Llovió de manera intermitente durante toda la tarde. Había gran expectativa por lo que podría arrojar esta corrida, merced especialmente a la reaparición del triunfador de la Feria 2024. Todo estaba servido y nos fuimos al toro.
Abrió la plaza Capitán, un hermoso ejemplar que, además de fijo y pronto en repetirse, se paró en los medios. Infortunadamente, no tuvo fuelle y eso lo limitó a emplearse a base de viajes cortos. El toro no tenía que transmitir, y al no haber transmisión, tampoco hay emoción. Miguel Ángel Perera bregó, pero aquí no había posibilidades. Dos pinchazos hondos, media arriba y cinco intentos de descabello. Silencio tras dos avisos. Pitos al toro.
La del segundo de su lote, cuarto de la corrida, fue una faena fría como la tarde, por ausencia de materia prima. Perera inició su trasteo tratando con guante de seda al astado, cuidando mucho de él, que con baja clase acudió al engaño. Instrumentó la primera serie sobre la derecha y en la segunda, cuando pensamos que a algo podríamos aspirar, el toro se rajó. De ahí en adelante, el pacense, a base de voluntad y entrega, anduvo al hilo de las tablas recogiendo las ‘sobras’ del torete. Dos medias y espada desprendida para el adiós al castaño, que también fue pitado con fuerza en el arrastre. Silencio.
Daniel Luque llegó a por las suyas a Manizales; a revalidar el éxito que obtuvo en la pasada Feria. Se las vio en primera instancia con Oriundo, otro de bonita lámina, chorreado, listón… pero la pinta no basta. Rebrincón como los cebúes de las corralejas, el astifino lanzaba hachazos a diestra y siniestra. Su descaste lo convirtió en inservible. Daniel Luque lo trató de manera suave, como intentando convencerlo de destilar las mieles de bravo, por si alguna tenía, pero el toro se tornaba cada vez más reacio. Espadazo un tanto trasero y descabello. Silencio y bronca al toro.
Con Acaudalado, quinto del festejo… no pasó nada. Cero casta, cero todo. Luque abrevió y fin del ‘sketch’. Fuerte bronca al toro en el arrastre, mientras comenzó a arreciar la lluvia.
José Arcila fue el anfitrión de la tarde y en esa honrosa condición también vino a por lo suyo. En primer lugar, le correspondió lidiar a Indígena, un toro de muy malas ideas, cuyo comportamiento no dejó ninguna buena sensación. José decidió sellar su muleta en la cara del colorado y comenzó a tirar de él una y otra vez. El toro, paso a paso, se fue haciendo al mando del manizalita y la faena alcanzó su máxima temperatura. Sonó la música, pero no por mucho tiempo, porque el toro recordó que se había graduado también de probón y José por poco terminó en sus astas. Estoconazo hasta las cintas en el hoyo de las agujas, para que este indeseable doblara sin puntilla. Orejaza de mil kilates y pitos al toro.
Terminaba la corrida y, en medio de un diluvio, saltó a la arena Encanto, zaíno marcado con el número 927 de 440 kilos. Por fin uno que sirvió. El toro no fue un encanto en sus maneras, pero lo que traía por dentro le alcanzó para responder en los engaños. Arcila salió a jugársela y pronto embarcó al azabache, que respondía sin pensárselo. Muletazos de mayor cuantía sobre los dos pitones y, a pesar de que arreciaba la lluvia, la faena conectaba con los tendidos. Llegó la hora de igualar y para colofonar bien su labor, Arcila midió muy bien los tiempos, se perfiló e instaló su espada casi entera en el rincón de Ordóñez. Encanto rodó sin puntilla y el palco, más que conceder una oreja, negó inexplicablemente la segunda. Injusticia suprema, aunque con una o dos orejas era inminente la salida en volandas de Arcila. Lo que vale aquí es que la corrida, por descastada, no daba para pensar en un resultado como el que finalmente se obtuvo con este sexto en medio de un vendaval. Como quien dice: Nos salvamos de irnos en blanco, casi que por Encanto, como también Arcila le arrebató un triunfo al desgaste, a la lluvia, a todo lo que se opuso al éxito del festejo. Enhorabuena al anfitrión por esta puerta grande, ganada a pulso, con afición, con ansias de triunfo y a fuerza de amor a la fiesta. Un auténtico triunfo logrado por Encanto.