Por Daniela Díaz Vargas
Enviada Especial
La Guajira, ubicada en el extremo norte de Colombia, donde el desierto se encuentra con el Mar Caribe, en donde reposan historias ancestrales que se entrelazan con acordes de acordeón. Envuelta en tradiciones indígenas y ritmos vallenatos, esta región es más que simples paisajes áridos y playas paradisíacas; es el corazón palpitante de una cultura fascinante y única del país.
EL NUEVO SIGLO exploró esta tierra vibrante, rodeada de playas vírgenes y habitada por gente acogedora que está acostumbrada a saludarte con un amistoso “¡Hola, primo!” Esta expresión, aunque no necesariamente indica parentesco, refleja la calidez que los guajiros tienen entre sí y con quienes los visitan.
Cuna de juglares
Para los amantes del vallenato, esta región es un destino imperdible porque es allí donde nacieron y crecieron varios de los cantantes más representativos del género. Por ejemplo, en La Junta, un corregimiento del municipio de San Juan del Cesar, está la historia de Diomedes Díaz, considerado como uno de los grandes exponentes de esta música y dejando una huella imborrable en la historia de la música colombiana. Allí se encuentra El Carrizal su casa museo, donde se exponen varios recuerdos únicos como su discografía en vinilo, el Grammy Latino que ganó en el 2010 con el álbum musical “Listo Pa La Foto”, entre otros.
Hablar del vallenato y La Guajira también implica mencionar a un personaje muy importante para la región como lo fue Francisco Moscote conocido como “Francisco El Hombre”, un mítico músico, que según cuenta la historia, venció al diablo con su acordeón tocando el credo al revés. En honor a él, todos los años se realiza un festival a la orilla del mar. U
Un evento que trae muchos beneficios económicos y culturales a la región.
Origen del vallenato
El recorrido por algunas zonas de este departamento, denominada la Ruta Vallenata, comprende la visita a varios municipios, entre ellos Urumita, lugar donde está la emblemática Casa de la Gota Fría, donde nació la famosa canción de Emiliano Zuleta. Pieza musical insignia del género, grabada por varios exponentes musicales como Carlos Vives y Julio Iglesias, pero ¿cómo nació y de dónde proviene la palabra vallenato?
Este Diario habló con Iván Alvear, director ejecutivo de Solera Travels, para conocer más sobre el origen del vallenato en Colombia.
“La música vallenata tiene su origen en una mezcla de instrumentos locales, nativos, indígenas, afros y europeos. Precisamente se involucra el acordeón de origen alemán, la caja de África y la guacharaca de los indígenas. Estos elementos se fusionan y allí nace el género. Según cuenta la historia, el origen tiene que ver con la presencia de europeos en La Guajira, justamente en la ciudad de Riohacha, ellos en sus fiestas tenían su música tradicional como el vals o de salón”, indicó Alvear.
Finalmente, cuenta Iván Alvear que, al ejecutarse la música en un valle, ubicado entre la Sierra Nevada de Santa Marta y la Cordillera Oriental conocida como la serranía del Perijá, en la ciudad de Valledupar se deriva el nombre de “música originaria del valle” más conocida como vallenato.
De lo musical a lo ancestral
Dentro de la ruta cultural y gastronómica que ofrece este diverso departamento está la Ranchería Aipen, en el corregimiento de Mayapo, en Manaure, allí los turistas son recibidos con un baile tradicional llamado la Yonna. Esta danza se hace al ritmo de la kasha, un instrumento parecido al tambor, y se realiza en diferentes ocasiones, algunos en forma de agradecimiento y otros cuando las indígenas pasan de ser niñas a mujeres.
Otro destino para recargarse con toda la energía natural es el Cabo de la Vela, allí se puede visitar el Cerro Kamaichi, uno de los lugares sagrados de los wayuu. Según señala la comunidad, en este sitio se realizan rituales y ceremonias importantes que mantienen viva su conexión con la naturaleza y sus ancestros.
La Guajira cuenta con unas de las playas más cristalinas conocidas como el Pilón de azúcar, las cuales se caracterizan por su arena dorada y suave, paisajes impresionantes que combinan el desierto con el mar.
Explorar este municipio es mucho más que un viaje; es una inmersión en un destino que conjuga la rica cultura de los wayúu, la impresionante biodiversidad natural, el turismo sostenible y playas paradisíacas.
Un agradecimiento especial a Fontur y al Ministerio de Comercio, Industria y Turismo por la invitación a seguir conociendo el país de la belleza.