“UN NADAÍSTA encartado con una de las almas más poéticas de mi generación”. Con esta frase, el poeta colombiano Gonzalo Arango definió a su amigo Eduardo Escobar, poeta y columnista, que falleció este martes 19 de marzo a sus 80 años. Junto a Amílcar Osorio y Alberto Escobar Ángel, entre otros autores, Arango y Escobar fundaron en 1958 el nadaísmo, un experimento poético que apuntaba contra las tradiciones establecidas de la cultura, la academia y la iglesia.
El Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes celebra la vida y la obra de Eduardo Escobar, así como reconoce y honra su legado, clave para toda una generación de escritores y poetas en el país.
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En su juventud, luego de pasar por el Seminario de Yarumal –“por un breve tiempo”, como él mismo lo dijo–, Escobar dio sus primeros pasos en el sendero de la poesía. Gracias a ese recorrido, nacieron publicaciones como “La invención de la uva”, (1966) −su primer libro−, “Segunda persona”, “Del embrión a la embriaguez”, (ambos de 1969) y “Confesión mínima”, (1978), que su autor definió como un esbozo autobiográfico.
Publicaciones
En la obra de más de 50 años que construyó Escobar, se destacan poemas como “La flecha inmóvil”, en el cual escribió.
Entre sus publicaciones recientes se destacan “Las rosas de Damasco y otros relatos”, (2017) y la antología personal “Insistencia en el error”, (2020), ambos lanzados por la editorial Sílaba. Además de estos libros, Escobar experimentó con otros formatos editoriales en “Vámonos de fracasos por el aire desnudo” −con diseño del pintor Omar Rayo−, el libro objeto “Cucarachas en la cabeza”, (1993) y “Poemas ilustrados”, (Tragaluz Editores), con ilustraciones de Juan Carlos Restrepo Rivas.
Escobar también estuvo al frente de publicaciones colectivas como la recopilación de una antología de poesía nadaísta y una colección de manifiestos del movimiento para Arango Editores de Bogotá; además de “La viga en el ojo”, primera revista ilustrada del nadaísmo, que contó con diseños del artista Álvaro Barrios.
Humor
Los textos del poeta antioqueño se caracterizaban por un elegante sentido del humor, como se demuestra en un autorretrato que publicó el sitio web Otraparte −dedicado a la memoria de su paisano Fernando González−. En esta pequeña biografía, que hizo parte de una entrevista que se publicó en 2011, Escobar aseguró que no solo de poesía vive el hombre, y menos en Colombia.
“Fui auxiliar de contabilidad en una pesadilla, patinador de banco todo un junio, mensajero sin bicicleta en una oficina de bienes raíces mientras leí “Teoría del desarraigo”, fabriqué bolsas de polietileno, joyeros de cartón y terciopelo (…). Hasta campanero fui de una pandilla de marihuanos. Así aprendí a odiar el trabajo sudando petróleo”, añadió el poeta.
Paralelo a su obra poética, Escobar, que nació en Envigado el 20 de diciembre de 1943, escribió durante más de 20 años en su espacio de opinión Contravía, que se publicó en el diario El Tiempo. En 2000, el poeta antioqueño ganó el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en la categoría de Opinión y Análisis por su columna Contra Borges.
Escobar también colaboró con periódicos como El País de Cali y El Colombiano de Medellín, además de las revistas SoHo, Credencial y de la Universidad de Antioquia, entre otras.
“Yo creo que Eduardo se metió al nadaísmo por una razón: por unas ganas terribles de ser cualquier cosa en la vida, menos gerente del Banco Comercial Antioqueño”, escribió Gonzalo Arango en la semblanza sobre su amigo.
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