Royal Academy celebra revolución mexicana | El Nuevo Siglo
Martes, 2 de Julio de 2013

La Royal Academy de Londres celebra el renacimiento cultural de México después de la Revolución con una exposición que examina el intenso periodo creativo que vivió el país a principios del siglo XX a través de sus artistas y de los numerosos extranjeros atraídos por los cambios políticos y sociales.

La muestra, que lleva por título "México: una revolución en el arte, 1910-1940", abarca desde el estallido de la Revolución que acabó con la dictadura de Porfirio Díaz hasta la monumental exposición en el Museo de Arte Moderno (MOMA) de Nueva York.

El conflicto, que duró 10 años, marcó el inicio de un cambio en el que los artistas dejaron de mirar hacia el exterior, y en particular a Europa, y se fijaron más en el interior.

"De repente, la gente empezó a mirar a México, a celebrarlo" a través de su gente, de sus paisajes, de sus regiones, de su historia, de sus tradiciones, explicó el comisario de la exposición, Adrian Locke.

"El ímpetu se produjo durante la revolución, cuando se rompió el tipo de censura que existía previamente en la prensa, agregó.

Entre los alrededor de 120 cuadros y fotografías de colecciones públicas o privadas que componen la muestra, imágenes como las captadas con su cámara por Manuel Ramos y grabados como los del caricaturista José Guadalupe Posada dejaron un valioso testimonio del conflicto.

Cuando terminó, el ministro de Educación José Vasconcelos convenció a Diego Rivera, que llevaba 14 años instalado con gran éxito en París, para que regresara a su país a fin de encabezar una campaña de arte público.

Rivera pintó los primeros murales, actividad a la que se unieron rápidamente José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros y que incorporó enseguida imágenes políticas o nacionalistas.

Aunque no se han podido traer los murales hasta la capital británica, la obra pictórica de "los tres grandes" está representada por el colorido "Baile en Tehuantepec" (Rivera, 1928), "Zapata" (Siqueiros, 1931) y "Barricada" (Orozco, 1931).

Junto a éstas pueden verse también cuadros de Rufino Tamayo ("Mandolina con Piñas", 1940), María Izquierdo ("La Raqueta"), Roberto Montenegro ("Mujeres Mayas, 1926) o José Chávez Morado ("Carnaval en Huejotzingo", 1940), sin olvidar las fotografías de Manuel Álvarez Bravo y Agustín Jiménez.

En los años 20, esta efervescencia cultural empezó a atraer a artistas, fotógrafos, escritores y otros intelectuales extranjeros.

Entre los primeros en llegar figuraron el pintor francés Jean Charlot, los fotógrafos Edward Weston y Tina Modotti, a los que siguieron durante periodos más o menos largos Henri Cartier-Bresson, Robert Capa, Edward Burra o el cineasta Serguei Eisenstein, que tenía un proyecto de película que nunca terminó.

"En esta exposición lo que es muy importante es el modo en que los ojos externos ven México (...) y como coincide en muchos aspectos estéticos y figurativos con el arte que se está haciendo" en el país, comentó Rafael Tovar y de Teresa, presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes de México, que colaboró en el proyecto.

Además de contrastar sus visiones sobre los mismos temas, la muestra -que estará abierta del 6 de julio al 29 de septiembre- explora también las conexiones que existían entre los diferentes artistas, que se pintaban y fotografiaban entre ellos.

Para el comisario, ésta época fue, con la distancia, la "era dorada del arte mexicano".

"Muchos artistas de la época estaban eclipsados por Rivera, Orozco y Siqueiros. Otros artistas empiezan ahora a emerger de las sombras y están siendo reexaminados", explicó Locke.

A pesar del papel central de los murales, en el arte mexicano pasaban muchas otras cosas. "La fotografía estaba en plena expansión y había un gran diálogo entre los fotógrafos y los pintores, así como una variedad real en lo que la gente hacía", agregó.

AFP.