La prolongada final de la Copa Libertadores entre los rivales históricos argentinos Boca Juniors y River Plate, afectada por graves hechos de violencia, hará una escala este martes en los escritorios de la Conmebol para intentar definir una nueva fecha del suspendido duelo decisivo, pero nada está garantizado.
La antesala de la reunión prevista para hoy por la mañana en Asunción entre los presidentes de Boca, Daniel Angelici, de River, Rodolfo D’Onofrio y el de la Conmebol, Alejandro Domínguez, está plagada de conjeturas, rumores, presiones y acusaciones cruzadas.
El mundo del fútbol estaba atento a la inédita superfinal, pero el escándalo dejó al descubierto la violencia generalizada en el fútbol argentino.
El ataque con piedras y palos contra el bus que trasladaba al plantel de Boca al Monumental, que obligó a suspender el superclásico, se produjo con la presencia en el estadio del presidente de la FIFA, Gianni Infantino, una mala señal para un país que se propone como sede principal para organizar el Mundial-2030 junto a Uruguay y Paraguay.
Boca está firme en el reclamo de que le sean otorgados los puntos en la revancha de la final por la agresión.
En cambio, D’Onofrio, dijo sentirse traicionado al considerar que su homólogo Angelici incumplió “el pacto de caballeros” firmado para que el domingo se jugara el encuentro tras la suspensión que apoyó el dirigente de River un día antes.
Antes de hacer la presentación ante el Tribunal de Disciplina de la Conmebol, Angelici recibió una catarata de críticas en las redes sociales por haber aceptado jugar el domingo solo un día después de que sus jugadores sufrieran un fuerte impacto por la agresión, incluida una herida en el ojo izquierdo del capitán, Pablo Pérez.
“No hay ninguna posibilidad de que le den por ganado el partido a Boca. Si sucede será una vergüenza absoluta y total, una de las más grandes traiciones que puede hacer alguien”, respondió D’Onofrio este lunes al canal América.
“Hay una presentación de Boca que va a ser estudiada por el Tribunal de Disciplina de la Conmebol, un organismo independiente formado por diez representantes”, señaló una fuente de la Confederación Suramericana.
La fuente explicó que el trámite en ese Tribunal y la reunión de los presidentes corren por vías diferentes. Los fallos del tribunal son de cumplimiento obligatorio, añadió.
“Presumo que el Tribunal tendrá en cuenta la lógica de los tiempos”, sostuvo al ser consultado sobre la posibilidad de que ese organismo se expida tras la eventual disputa de la final.
Boca se ampara en el artículo 18 del Reglamento que prevé, entre las sanciones más importantes, la “deducción de puntos”, la “determinación del resultado de un partido”, la “obligación de jugar un partido a puerta cerrada” y “descalificación de competiciones en curso y/o exclusión de futuras competiciones”.
En la determinación del resultado o la descalificación quiere hacerse fuerte Boca que, en 2015 fue expulsado del torneo en octavos de final de la Libertadores, precisamente en un partido ante River, cuyos jugadores fueron atacados con gas pimienta a la salida del entretiempo del duelo que se jugó en la Bombonera. River terminó ganando la Libertadores ese año, su tercer título continental.
En medio de esa ola de acusaciones, los millonarios consideran que ese artículo no es aplicable ya que los incidentes del sábado ocurrieron fuera del estadio Monumental, donde la responsabilidad corre a cargo de las fuerzas de seguridad, y los en 2015 dentro de la Bombonera.
Son solo dos hechos de la violencia interminable en el fútbol argentino, que no cesa pese a que en 2013 se determinó la prohibición de que los simpatizantes visitantes concurran a los estadios, como ocurrió en la final Boca-River en la Libertadores.
Aunque con realidades diferentes, la UEFA cortó de raíz los recurrentes incidentes en el fútbol europeo, luego de la tragedia del estadio de Heysel por la final de la Copa de Europa de 1985 entre la Juventus y el Liverpool, que dejó 39 muertos por aplastamiento.
Entonces, la UEFA lanzó una ofensiva para erradicar a los hooligans (hinchas violentos), sancionando a los clubes ingleses sin disputar competiciones internacionales durante cinco años y de diez en el caso del Liverpool, que posteriormente se rebajaron a seis.
Una ciudad europea, la italiana Génova, se propuso este martes como sede de la final, por sus vínculos con ambos clubes, que fueron fundados hace más de cien años por inmigrantes italianos, particularmente genoveses.