Los futboleros argentinos viven como un despojo y humillación que la final Boca Juniors-River Plate por la Copa Libertadores se juegue en el Santiago Bernabéu de Madrid, justo en la tierra de los colonizadores de América, tras los incidentes en el Monumental.
Las redes sociales estallaron con memes cuando la Conmebol eligió el jueves a España como sede del suspendido partido de vuelta. Es tendencia el rebautizo del torneo como “Copa Conquistadores de América”.
En un mensaje en las redes, la aficionada Karen Torres subió una imagen trucada de uno de los famosos cuadros que ilustran el momento en el que Cristóbal Colón inicia la conquista. En vez de una bandera, espada o crucifijo lleva en alto la Libertadores.
“Es como si no se pudiera bailar tango. Estamos destruyendo al fútbol. No quiero violentos ni dirigentes cómplices. No nos pueden robar el River-Boca”, opinó el entrenador de Huracán, Gustavo Alfaro.
El país estaba pendiente de su ‘partido del siglo’, el mayor superclásico de todos los tiempos. Pero el 24 de noviembre, el autobús con el plantel ‘xeneize’ fue atacado a pedradas por hinchas violentos al doblar en una esquina a cuatro calles del estadio ‘millonario’. La ida había terminado 2-2, sin incidentes en la Bombonera.
La policía arrojó gas pimienta para dispersar y afectó a los jugadores. El capitán de Boca, Pablo Pérez, sufrió lesiones en el ojo izquierdo. Los futboleros expresaron simplemente sus sentimientos: “Vergüenza, tristeza, desolación”. El domingo 25, nueva suspensión.
De pronto, el club de la Ribera se plantó: pidió los puntos y la Copa. Ambas hinchadas consideran que es una forma de revancha por la eliminación en octavos de final de la Copa en 2015, cuando fanáticos boquenses arrojaron gas pimienta a jugadores de River en la manga de regreso a la cancha en la Bombonera con el resultado 0-0. La Conmebol le dio los puntos a River que había ganado 1-0 la ida.
El conflicto entró en un laberinto jurídico. River dijo que la culpa del ataque fue una grave falla de seguridad policial y que se debía jugar en el Monumental. La Conmebol no le dio la razón a ninguno de los dos y le pasó la pelota a Real Madrid, que aceptó el desafío de la sede.
El diario deportivo Olé dijo que “perdió River, perdió Boca, perdió el país la posibilidad de vivir una fiesta y perdimos los hinchas: nos quitaron la ilusión, las ganas, el entusiasmo”.
“El fútbol está de luto”, escribió Alan de 32 años, en las redes y subió la foto de una pelota desinflada con un lazo negro de duelo.
Como siempre, terció el legendario Diego Maradona: “Si la familia de un hincha quiere ver el partido ¿cómo paga para llevarla a Madrid?”.
Pero ya aparecen los que tienen el dinero. El embajador en España, Ramón Puerta, le dijo al canal TyC Sports que “dos compañías aéreas vendieron todos sus pasajes en tres horas”. No se sabe aún el precio de los tickets de ingreso al estadio, que podría ser de 100 a 300 dólares.
¿Viajarán los barrabravas? Por la violencia en el fútbol argentino murieron 305 personas en los últimos 50 años. Actúan al amparo de los dirigentes de los clubes y de policías deshonestos con los que comparten negocios. La gente los ve como una lacra.
El exjugador Jorge Valdano admitió: “Sería sorprendente que no llegaran en buen número, de parte de ambos clubes”. Un horror de exportación.
Si esto no es una herida en el orgullo ¿qué puede serlo? No es la hora de ineptos o violentos. Es la hora de los conquistadores de América.
Como diría Maradona, la pelota se manchó.