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EL NUEVO SIGLO: ¿Qué podría comentar sobre los procesos de descarbonización en el país?
JUAN MIGUEL VÁSQUEZ: Es una situación preocupante porque nosotros cuando recibimos estos datos agregados del DANE, lo primero que observamos fue una actividad agrícola que creció el 8,1%, pero en su interior, aquellas actividades de silvicultura que tienen que ver con la extracción de la madera de manera sostenible desde los bosques, pues estaba decreciendo a una tasa incluso mayor del 9%.
Eso tiene una repercusión directa sobre las metas que tiene el Gobierno nacional en materia de descarbonización, porque de los bosques, de las plantaciones de eucalipto a tres años se produce biomasa forestal, y es una energía firme, a diferencia de la eólica y de la solar, que depende de si hay sol o hay viento, la biomasa es una energía 24-7, y la forma de producir más energía renovable a partir de biomasa es incrementando los bosques en áreas, y para eso se requiere incentivos.
Uno lo que observa en estas cifras del DANE es que producto de los incentivos, las áreas han disminuido, y también tiene que ver con la deforestación porque si hay menor presión a un uso indebido del bosque natural, esta menor presión estratégicamente se realiza a través de los incentivos en otros bosques que son plantados, que son comerciales, que son aquellos que se están viendo afectados a la luz de este porcentaje de decrecimiento de silvicultura y extracción.
ENS: El Ministerio de Medio Ambiente publicó que entre 2022 y 2024 se logró una reducción acumulada de deforestación del 40%, y que se evitó la tala de más de 212.000 hectáreas. ¿Estos datos no contradicen sus preocupaciones?
JMV: De hecho, el dato publicado por la ministra Susana Muhamad en días recientes indica lo contrario, un aumento de la tasa de deforestación del 35% con relación al 2023. En cifras de hectáreas, pasamos en el país de deforestar 79.000 hectáreas en el 2023 a 107.000 hectáreas en el año 2024.
Ahora bien, ella misma explicaba las razones por las cuales se había dado ello, pero nosotros siempre hemos insistido en que esto debe tener una visión integral. Es decir, los programas de pagos de servicios ambientales y los programas a través de la Fiscalía, deben lograr hacer más estricto el proceso de delitos ambientales contra estos procesos y estas prácticas ilegales, deben estar acompañadas también de unas estrategias de comercialización.
¿A qué voy? Cuando usted es una asociación campesina, cuando usted se ha enfrentado a unas estructuras criminales que le dicen “tumbe el bosque y yo le pago”, y viene el Estado ahora y le dice “no tumbe el bosque que yo también le pago”, ahí estamos como empatados.
Pero a mediano plazo, cuando esas ayudas del Gobierno se terminen porque la plata no es infinita, resulta que esas asociaciones campesinas necesitan aprovechar sosteniblemente ese bosque y eso hace que tengan que enfrentarse con una comercialización de la madera.
Entonces, si esto no está acompañado de una estructura comercial, que es lo que nosotros en Fedemaderas defendemos, pues precisamente ahí no vamos a ver una cifra de mediano y largo plazo favorable en términos de deforestación. Y con las cifras del DANE, pues no nos favorecen porque entonces esa actividad de silvicultura y extracción de madera, no está obedeciendo a una política pública en ese sentido.
ENS: ¿Qué se debería hacer para emprender una deforestación sostenible?
JMV: Hay cuatro factores claves en este momento.
Lo primero es que hemos insistido en que debe haber una política pública integral. El país debe asumir como una apuesta de Estado ni siquiera de gobierno, el desarrollo de la red forestal y de la madera. Eso básicamente se hace a través de inversión nacional e internacional.
Hay muchas organizaciones internacionales con todas las acreditaciones y con toda la debida diligencia que están realizando programas para proteger los bosques. Colombia podría ser una potencia mundial en ese sentido, pero no vienen esas inversiones por el segundo factor, que es una incertidumbre que hemos visto todos en materia de seguridad física, pero también de estabilidad jurídica.
Un tercer factor tiene que ver con la ejecución presupuestal, y es que los recursos los ha habido, pero, por ejemplo, hablando del Ministerio de Agricultura, la ejecución de los programas de inversión, por ejemplo incentivos forestales, prácticamente en el 2024 fue cero. No hubo recursos para ese incentivo, entonces es ejecutar lo que está apropiado presupuestalmente.
Y el cuarto factor es que el recurso forestal, el crecimiento de los bosques, no es solamente de grandes y medianos empresarios, sino también de asociaciones y pequeñas comunidades, productores pequeños.
ENS: ¿Cómo ve el panorama en materia de desarrollo de la bioeconomía? ¿No es un contrasentido que el Gobierno emprenda una política, pero continuemos muy atrasados en ese aspecto?
JMV: El mundo va caminando hacia el modelo bioeconómico, el mundo va caminando hacia la biodiversidad, instrumentos de financiación hacia la biodiversidad y hacia soluciones basadas en la naturaleza. Entonces uno pensaría que un gobierno que también tenga esas banderas lo que hace es promover que el crecimiento en la red forestal sea supremamente amplia, con especies nativas, con especies introducidas en regiones que hoy en día están llenas de pasto o que incluso tienen suelos degradados, como puede ser toda la Orinoquía.
Para eso, una apuesta de país y para no tener esa incoherencia, uno diría, pues creen los programas, canalicen los recursos suficientes para que tanto inversores nacionales y extranjeros puedan aumentar ese número de hectáreas, puedan hacer clústeres de asociatividad con pequeños productores y con asociaciones campesinas, para que de esa manera, esos créditos de biodiversidad o el elemento de carbono forestal se puedan mantener los proyectos y además es una fuente sustentable de vida.
Entonces claro que vemos una incoherencia y lo que nosotros estamos haciendo es por diferentes vías sugerir la creación de una Agencia Nacional de Bioeconomía y hacer discusiones académicas, empresariales, internacionales sobre cómo a través de los gobiernos regionales, tal vez en Antioquia es un muy buen ejemplo, sí se puede crear una bioeconomía regional, no solamente a partir de los bosques, sino también de otros sectores económicos, pero que los bosques no estén excluidos.
ENS: Actualmente, ¿cuánta energía se está generando a través de los bosques?
JMV: Muy poquita, 30 megavatios / hora, es básicamente dos proyectos que ya están marchando en el Vichada y en Casanare, que hacen un aporte a la matriz energética nacional, pero ese aporte en términos porcentuales es todavía muy pequeño.
ENS: ¿Hay interés de inversionistas extranjeros en aportar al desarrollo en ese aspecto?
JMV: Sí, totalmente. Yo particularmente, como cabeza de Fedemaderas, me he reunido institucionalmente con inversionistas asiáticos, con inversionistas europeos, que son grandes multinacionales que tienen como objetivo producir energías renovables.
La mitad de la madera que se produce hoy en día en el mundo está destinada a proyectos de producción de energía, precisamente. Entonces, yo veo que ese es uno de los futuros muy promisorios que tiene la economía colombiana, y es convertir la energía o la matriz energética a unos porcentajes mucho más altos, a partir de lo que llamamos dendroenergía, que es la energía producida con biomasa forestal.