El Ébola: 45 años tratando de conocer su origen | El Nuevo Siglo
El Ébola ha recorrido buena parte de África por más de 4 décadas y en el 2014 la OMS tuvo que decretar la epidemia en el oeste del continente.
AFP
Viernes, 2 de Abril de 2021
Redacción internacional

Esta semana la Organización Mundial de la Salud (OMS) hizo público su más reciente informe sobre el origen del coronavirus y un poco como lo anticipaba la sociedad epidemiológica, dejó sin resolver las dos incógnitas que más demandan respuesta: ¿Cómo surgió el virus? Y ¿Cómo se transmitió a los humanos?

Dice el informe que podría haber sido a través primero de un murciélago y después de un animal intermedio no identificado, y la posibilidad de una transmisión directa entre el animal inicial y el hombre no se ha descartado (sigue en la categoría de probable), pero mientras se siga hablando en condicional y no haya respuestas certeras, el mundo no estará satisfecho.



Tal vez en el marco de este informe, que el director general de la OMS Tedros Adhanom Ghebreyesus se afanó por aclarar, “es un comienzo muy importante pero no es el final”, la sociedad internacional debería retroceder un poco y remitirse a la historia misma de las epidemias y de los contagios, y entender que la respuesta a estas preguntas podría no estar llegando jamás.

Es cierto que han pasado 103 años desde que el mundo padeció una pandemia de carácter global, pero en el entretanto surgieron otros virus como el Ébola, el Sida, el H1N1 y el SARS que, si bien causaron estragos y luego volvieron a esconderse, dejaron lecciones importantes que hoy podrían darle perspectiva a la sociedad humana.

De hecho, cómo surge un virus y cómo salta a los humanos (zoonosis), lejos de ser preguntas modestas, en más de una ocasión han puesto a prueba a una comunidad científica que de hecho estaba esperando una pandemia y que, en sus mismas palabras “era cuestión de tiempo”, y en más de una ocasión han fallado en resolver estas incógnitas.

Un excelente ejemplo de cómo puede que estas preguntas para el covid-19 se queden sin resolver, es el Ébola.

Interrogante sin resolver

El Ébola, cuya primera aparición registrada como tal es de 1976, es un virus que se ha esparcido desde un extremo del continente africano, arrancando su viaje de Guinea, Liberia y Sierra Leona hasta el otro, aterrizando en Sudán y Uganda.

Hoy, 45 años después de su primera aparición y con 4 cepas claramente identificadas (la más famosa es la de Zaire, pues fue el río Ébola quien le dio el nombre al virus), no se ha descubierto su origen como tampoco la forma en que surgió y cómo se transmitió a los humanos.

“La identidad del huésped reservorio del Ébola ha sido uno de los pequeños misterios más irresolubles del mundo de las enfermedades infecciosas. ¿Qué sucederá en el futuro? Nadie lo sabe. Ese es el más acertado juicio de la ciencia y la salud pública, y cualquier otro pronóstico depende del alcance y la rapidez de una respuesta coordinada y de la suerte”, explica en el libro, Contagio, La evolución de las pandemias, David Quammen.

Lo más atemorizante del tema es que, durante casi cuatro décadas de investigaciones que eventualmente se chocaron contra una pared, es claro que el Ébola no solo es grave (en la medida en la que es un patógeno extremadamente mortal y moderadamente contagioso, razón por la cual no es la clase de virus que pueda diseminarse alrededor del mundo) sino que es permanente y de naturaleza sorpresiva.



“Es permanente porque aun cuando se haya detenido la epidemia y el brote congolés, el virus no se irá. Sólo se esconderá de nuevo. Residirá en su huésped reservorio, en algún lugar en medio de la selva, esperando su próxima oportunidad”, explica Quammen quien se preocupa por reiterar lo desalentador e incluso terrorífico que esto suena.

Al día de hoy solo hay una única pista que se tiene de un animal que podría albergar pasivamente el virus (reservorio), pero es muy ambigua.

Durante el curso de varias expediciones, entre 2001 y 2003, realizadas en las zonas azotadas por el virus en Gabón y en la República Democrática del Congo, un grupo de investigadores mataron, diseccionaron y tomaron muestras de sangre a más de 1.000 animales para encontrar anticuerpos, para rastrear material genético del virus.

Terminaron encontrando evidencia de infección en tres especies de murciélagos de la fruta, uno de ellos el murciélago de cabeza de martillo, el más grande de África (como un cuervo) y que la gente caza como alimento. No obstante, ninguno de ellos dio positivo en las pruebas que les hicieron.

¿Cómo concluyó todo? Con la publicación de un ensayo publicado en la revista Nature a finales de 2005 y titulado: “Los murciélagos de la fruta como reservorios del virus del Ébola”. El texto mismo, más cuidadoso, afirmaba que murciélagos de tres especies “podrían estar actuando como un reservorio del virus”, cita Quammen en su libro.

Cómo saltó a los humanos

Ahora bien, la otra pregunta que tampoco supo responder el informe de la OMS sobre cómo saltó el covid-19 a los humanos, tampoco ha sido resuelta para el caso del Ébola, pero hay pistas más aterrizadas que con relación a la primera pregunta. ¿La respuesta en algunos (no todos) los brotes en África? Los chimpancés.

Lo primero que hay que decir es que estos animales son altamente susceptibles a este virus (de hecho, el Ébola prácticamente exterminó a esta población en Minkébé y en otras regiones de África), y lo segundo, que hacen parte de la dieta de la población en diferentes zonas del continente.

A principios de febrero de 1996 una comunidad al nordeste de Gabón fue azotada por una cadena de eventos terribles y desconcertantes, pues 18 personas enfermaron repentinamente tras alimentarse de un chimpancé y casi todos murieron.

Investigaciones posteriores determinarían que esas personas consumieron un chimpancé que no fue cazado por los habitantes de la aldea, sino que encontraron muerto en la selva. Sin duda el chimpancé muerto era una pista, pero aún se desconoce si solo es víctima del virus o si también es víctima y transmisor del mismo.

Y sigue siendo una inquietud porque hay 4 tipos de ébolavirus esparcidos de manera variada a lo largo de África Subsahariana sin un común denominador

“Un quinto ébolavirus parece ser endémico de Filipinas pero, ¿cómo llegó ese virus a Filipinas si el origen ancestral del ébola está en África ecuatorial? ¿Podría haber llegado por medio de un gran salto, sin dejar rastro alguno? Del sudoeste de Sudán a Manila hay 11,265 km de distancia en línea recta (a vuelo de murciélago), pero ninguno puede volar semejante distancia sin descansar. Si se contempla todo esto hay algo que resulta evidente: el conocimiento científico actual de los ébolavirus constituye un agujerito de luz en un fondo oscuro”, es una de las conclusiones de Quammen en Contagio.

Este estudio de caso evidentemente no es alentador pero si es una forma de llamado a la paciencia. La pandemia ya llegó, causando todos los estragos ampliamente conocidos por todos, y solo queda esperar que la OMS persista en la búsqueda a la respuesta a estos dos cuestionamientos y despeje del todo la incertidumbre alrededor del covid-19, un virus que ojalá le enseñe al género humano a no repetir los errores que le dieron pie a esta pandemia.